Columna de hoy en Levante EMV
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Esta columna ha salido hoy en Levante EMV. Recuerdo a un gran escritor.
Despedida a Fontanarrosa
Salvador Regües
Nuestras ansias de ver en acción al Levante 2007-08 crecen a medida que pasa el tiempo. Contamos los días que faltan hasta su enfrentamiento amistoso contra el Estrasburgo del próximo sábado. Sin tener intención de sacar importantes conclusiones del partido al menos pensamos aliviar el síndrome de abstinencia futbolero que padecemos. Un alivio que deberemos notar al contemplar las evoluciones de los fichajes granotas y celebrar los primeros goles, si se producen, de la nueva aventura levantinista. De los recién llegados tenemos ganas de contrastar la autoridad bajo los palos de Kujovic, la experiencia defensiva de Cirillo y Castedo, las ganas de triunfo del joven Robusté, la solvencia en el centro del campo de Viqueira y Pedro León, la visión del juego de Savio, los progresos del recuperado Juanma, y el olfato de gol de Geijo y Arveladze. Y de los que repiten temporada, esperamos constatar que siguen valiendo. Por parte del entrenador, Abel Resino, deseamos verle en el banquillo levantinista en el año 2009, el del centenario. Un deseo que expresa la creencia de que va a cumplir sus objetivos al frente del Levante en la campaña que va a comenzar. Para la que cuenta con tiempo suficiente de prepararla bien y demostrar sus progresos dirigiendo al equipo.
Andábamos con estas cavilaciones veraniegas y de pronto nos enteramos de una mala noticia. Se ha ido de este mundo un referente de la literatura y el humor futbolero. Un tipo singular y animador de nuestra pasión por este denostado deporte, el argentino Roberto Fontanarrosa. Que escribió en su libro Nada del otro mundo una visceral historia de fútbol titulada 19 de diciembre de 1971, referida a la temporada que ganó el título nacional su equipo favorito, el Rosario Central. Contaba en ella el decisivo partido de semifinales frente al Newell's Old Boys en el que un gol de «palomita» de Aldo Pedro Roy le dio la victoria. Un gol que hizo morir de felicidad al protagonista de la historia, el viejo y ajado don Casale. Fontanarrosa decía: «¡Se murió saltando, feliz, abrazado a los muchachos, al aire libre, con la alegría de haberle roto el orto a la lepra por el resto de los siglos! ¡Así se tenía que morir, que hasta lo envidio, hermano, te juro, lo envidio! ¡Porque si pudiera elegir la manera de morir, yo elijo ésa, hermano! Yo elijo esa». Lamentablemente él no habrá podido elegir y moriría fuera de la cancha. Pero estamos convencidos de que en sus últimos momentos pensaría en el viejo Casale. Seguro, no tenemos duda alguna.
Asumimos su definitiva ausencia y recogemos compungidos su legado de adoración al fútbol. Reforzamos con él nuestro interés por el mismo. Volvemos a pensar intensamente en el Levante, a estar ansiosos ante la próxima temporada. En la que queremos seguir disfrutando y sufriendo, como seguidores granotas, sus triunfos y sus fracasos. Viviéndolos apasionadamente. Porque suponen para nosotros una de las razones de amar la vida. Algo que solo podemos entender los arrebatados aficionados de un equipo, como lo era nuestro admirado Roberto Fontanarrosa.
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buena informacion gracias