MUERE EL CREADOR DEL AGUA DE VALENCIA
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Es bebida habitual de los turistas y visitantes. Los oriundos de Valencia no acostumbran a consumirla cada día, pero la saborean en celebraciones. Pocos conocen que el creador del cóctel no es natural de la ciudad del Turia, sino que nació en Taragoña (La Coruña) el 26 de marzo de 1926.
Constante Gil Rodríguez, Tino Gil para los amigos, creó en el año 1959 el combinado agua de Valencia, un cóctel a base de cava, zumo de naranja, vodka y ginebra. Un exquisito elixir que desde la Cervercería Madrid, que regentó el pintor gallego hasta el año 2000, comenzó a conquistar los paladeres de los valencianos.
Bastaron unos años para que la bebida se convirtiera en un producto típico de Valencia, al igual que la horchata o la paella pero sin las raíces de estos dos últimos emblemas gastronómicos de la Comunitat. El combinado de Constante Gil fue una creación suya que el resto de establecimientos hosteleros valencianos adoptaron.
El agua de Valencia, que ya se comercializa envasada en numerosas cadenas de distribución, fue en la década de los 70 la estrella de la noche valenciana.
Ambiente de tertulia
Como hostelero, Tino Gil imprimió su huella a la Cervecería Madrid. Él no se limitaba a ofrecer los cócteles o copas, sino que le gustaba crear ambiente de tertulia. «Es de noche. El bar está en su apogeo. Las paredes están cubiertas por mis cuadros, representando muchos de los personajes que forman las tertulias de este café, como queriendo retenerlos en el tiempo y dejar su recuerdo a la posteridad. Así quedará reflejado en las paredes de este local toda una evolución social, vivida por nosotros, durante medio siglo», escribió en su web tinogil.com.
Esta página de internet ayer recogió la noticia de su muerte. Fue con una anotación discreta: «Constante Gil ha fallecido el 7 de junio. El lunes 8 se oficiara una misa en el tanatorio de la calle Almàssera de Valencia a las 12 del mediodia y entrara en el cementerio general a la 1 de la tarde».
«La Cervecería Madrid tiene su historia propia. En sus paredes se podía apreciar el paso del tiempo. Quizá, también estaban grabadas las voces de generaciones de tertulianos, hablando de arte, literatura, política o amor. Porque, también en este café había amor, casi un siglo de amor. Pero ahora, como las páginas arrancadas de un libro, sus paredes fueron destruidas, y con ellas, dos murales de Uiso Alemany, un artesonado del siglo XIX y una pinacoteca con cuadros de Constante Gil conocida en todo el mundo», según recoge su web.
El artista gallego, además de empresario de hostelería, era un hombre dedicado a la pintura. Se formó como pintor en el estudio de Felipe Brea Romero y en 1948 se trasladó a Valencia, donde ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos. Coleccionistas europeos y galerías valencianas se interesaron por su obra.