Leerlo esta muy bien.
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De caídas y el espíritu de Albacete 2003
Salvador Regües
Estamos mal, casi inmovilizados. El fin de semana tan hermoso que gozamos rodeados de nieve en nuestra casa de Requena tuvo unas consecuencias familiares indeseadas. Primero se nos cayó la querida esposa el domingo y se rompió la nariz. Después nos caímos nosotros el jueves. Nuestro costalazo fue tal que damos alaridos cada vez que cambiamos de posición y movemos la zona lumbar. Sufrimos lo que hemos titulado «el lado oscuro de la nieve: el maldito suelo helado».
Por esta situación de inmovilidad que padecemos no podremos desplazarnos hoy al Ciudad de Valencia. Nos quedaremos en el sillón oyendo la radio, mordiendo la rabia que nos causa la torpeza de nuestro resbalón. Como recurso añadido, encargaremos a Hermes Gracia y Pedro Sempere, de la Peña de los Siete, que nos informen detalladamente de lo que ocurra en el campo levantinista. Son dos buenos catadores y estudiosos del fútbol. Sus impresiones siempre serán dignas de tener en cuenta.
Esperamos que nos hablen de una victoria del Levante ante el Racing de Ferrol, eso por encima de todo. Luego, que el partido ha sido interesante y se ha visto una notable mejoría en el equipo de Mané. Por ejemplo, en la circulación del balón, sin el recurso del pelotazo, con un centro del campo dominador y creativo. Por ejemplo, en la eficacia defensiva, tanto en los centrales como en las frágiles bandas. Por ejemplo, en el juego por los extremos y en la facilidad de remate de los delanteros. En fin, en una serie de hechos positivos que contados por Hermes y Pedro paliarían nuestro dolor lumbar.
Si así sucede, si el Levante se parece al que todos queremos ver, estaríamos en el camino de recuperar «el espíritu de Albacete 2003». Sí, el de aquel desplazamiento de abril que reunió en el Carlos Belmonte a casi 3.000 seguidores levantinistas, jóvenes en su mayoría. Para nosotros representó la fecha más importante de la historia granota, más que las de los ascensos a Primera en 1963 y 2004. Mirando ese día las gradas del campo albaceteño nos dio la sensación de que el Levante cimentaba su futuro, con tanta gente joven animándole. En una jornada más de liga, que no debería dejar consecuencias definitivas de éxito o fracaso.
Se adelantó con dos goles el equipo que dirigía aquella temporada Carlos Cantarero. El levantinismo vivió momentos de éxtasis con el posible triunfo. Pero un despiste defensivo primero y un afortunado tiro de Simeón desde lejos después, a los 95 minutos, establecieron el empate final en el marcador. La juventud granota presente en Albacete se quedó anonadada. No pudo reponerse con facilidad de la desilusión. Y su salida del Carlos Belmonte fue como la de una hinchada perdedora de una final. Desde entonces, ni siquiera en el ascenso de la temporada siguiente se ha vuelto a repetir algo semejante.
Por eso lo demandamos. Queremos vivir de nuevo un desplazamiento como aquel de 2003. Viendo miles de levantinistas en las gradas de campos como el Martínez Valero la próxima semana o el citado Carlos Belmonte dos jornadas después. Y para conseguirlo, hay que recuperar a la gente joven que poco a poco ha ido desertando. Algo que sólo es posible con un equipo motivador y seguro de sí mismo. Con un equipo capaz de conectar con la afición. De Mané depende. Confiemos.