Artículo de Pérez Puche en Las Provincias
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EDICIÓN IMPRESA
tienda de campaña
El cuerno de la abundancia
F. P. PUCHE/Destituir el señor Soler al director del Valencia Club de Fútbol y meterme yo en la cama con fiebre y tiritonas ha sido la misma cosa.
–¿Pero a ti qué más te da? Si la última vez que fuiste al fútbol aún estaba jugando Puchades…
–¿Que qué más me da? Mira, mira el periódico.
El periódico, y eso es lo que me inquieta hasta el temblor, informa con detalle de que al señor Subirats le van a dar una indemnización de 800.000 euros, unos 133 millones de las pesetas de antes. Y, claro, yo me imagino que eso cotiza a la baja en la sutil bolsa de valores de esa sociedad anónima llena de deudas, en realidad quebrada, que es el equipo subcampeón de la Liga. No creo que haga lo mismo en el Valencia que en sus empresas: pero para rematar la semana, el señor Soler ha despachado acto seguido a otro señor y le va a dar 1,1 millones de euros… Desde el escondite de mis temores, apenas acierto a emitir ya un mensaje al mundo exterior:
–¿Ya han decidido dónde está el solar que habrá que recalificar para hacer frente a estas nuevas deudas?
Como dice el bolero, tú me acostumbraste. Desde mi ignorancia sólo acierto a analizar el mundo del fútbol desde ese ángulo, desde la perspectiva de un cuerno de la abundancia del que brota generosamente un dinero del que nadie se hace responsable; porque luego van a venir otros que pondrán en marcha la magia de un reciclado que convertirá el territorio en nuevos, relucientes solares, y en más dinero.
Regino Mas, en una falla, imaginó el fútbol como una vaca de cuyas ubres manaba leche de plata que chorreaba sobre un balón. Pero mucho antes, antes incluso de que se inventara el sagrado Rat Penat, cuando los romanos fundaron a orillas del Turia un campamento llamado Valentia, eligieron como emblema un cuerno de la abundancia. Lo que ahora llamamos logotipo del Valencia debería ser ese, un generoso cuerno del que mana toda clase de bienes de la tierra, frutas, verduras, boniatos y calabazas.
–Per la mar va qui paga...
¿A que no tiene desperdicio?
¡¡¡Macho Llevant!!!