Un césped cuarentón
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Levante-Ud
Un césped cuarentón
La hierba del estadio del Levante, con medio siglo de vida, supera las recientes lluvias a base de mimos«Quiero que dure 110 años, como yo», bromea Raimon, responsable de mantenimiento del Ciutat de ValènciaJuan Ignacio, Ballesteros, Juanlu, Iborra, Koné… Todos ellos componen el rostro del gran fenómeno de la Liga. Protagonizan una hazaña deportiva que está causando sensación en el mundo entero. Pero, al mismo tiempo y detrás de los focos, hay una persona que cuida la alfombra hacia el éxito. Se llama José Ramón Ferrer, más conocido como Raimon. Este granota de corazón es el jefe de mantenimiento del Ciutat de València. Su principal tarea consiste en proteger el antiquísimo césped de Orriols. Sobre todo en días como los de la semana pasada, cuando las abundantes lluvias pusieron nuevamente a prueba al terreno de juego. Los mimos permitieron que el campo saliera airoso a pesar de algunas secuelas. Un tesoro verde se esconde en el estadio.
El domingo, con motivo de la visita del Sporting, el club quiso tomar todas las medidas de precaución posibles respecto a la hierba. Tanto es así que, en vista de las precipitaciones, se optó por trasladar el entrenamiento del viernes a Buñol. El equipo sólo se ejercitó en el estadio el sábado.
Desde que en 1969 se inauguró el Ciutat de València, nunca se ha sustituido el tapete. El domingo, algunas zonas se levantaban. «Fue una semana de muchísima lluvia. Contra el Sporting el campo estuvo pesado, pero en buenas condiciones. Igual que puede estar San Mamés o Riazor. La valoración del campo es positiva. Y del 4-0 también. No hay que achacarle nada al terreno de juego», explicó ayer Raimon, quien tiene trabajo extra cuando aparecen las fuertes precipitaciones.
«Este suelo tiene 42 años. El césped se resiembra un par de veces anuales. A finales de septiembre se hizo un resembrado y haremos otro en febrero, por los enamorados. Es un suelo que, debido al tiempo, está bastante apelmazado por bajo. Las únicas medidas que se pueden tomar son pinchar mucho el campo y arenar bastante para que el agua vaya drenando y se evapore el agua. En 1969 no existían los láser y el campo se niveló a cota cero, entonces el agua se tiene que evaporar por sí misma. No como en los campos de ahora, en los que puedes dar pendiente a dos o cuatro aguas y puedes hacer un drenaje casi perfecto», añadió.
Raimon se siente satisfecho. «Está bastante mejor que el año pasado. No hemos tenido un otoño muy frío. El clima ha favorecido bastante. Ha sido muy óptimo para el cultivo del césped», apuntó confiado en una tendencia positiva: «El campo está en un 99% muy denso. No es un campo con calvas e irregular. Está mullido. A partir de ahora, el campo va a mejor. En Valencia hay un invierno suave y es el mejor clima que puede tener un césped aquí. En junio ya empieza el calor y la humedad y ahí empieza a acusar los hongos y las enfermedades, por lo que es más complicado cultivar». Aunque se hace inevitable escuchar alguna queja del vestuario: «El futbolista va revolucionado y, si le salta mal el balón, es normal que diga algo del campo. Pero no lo suelen hacer como una crítica. Es un lance más del juego».
Las restricciones económicas de la entidad impiden contemplar, en estos momentos, el reemplazo del terreno. «Eso ya no depende de mí. A ver si hacemos el estadio nuevo, súper cinco estrellas, y ya tenemos lo que tenemos que tener», bromeó. De todas formas, está tranquilo: «Yo pienso vivir 110 años. Así que espero que aguante 110 años, igual que yo».
El césped de Orriols ya es una reliquia. «No tengo constancia de que en Primera o Segunda exista un terreno de juego de esta edad. Quedaba el del Alcoyano, que tenía tantos años como el nuestro, pero este año se hizo nuevo», indica Raimon con una sonrisa: «Me siento orgulloso porque sé el sacrificio que cuesta llevar esto a flote».
Sin embargo, no olvida épocas duras. «Cuando vinieron a tocar Bruce Springsteen, Police, Mecano, Alejandro Sanz... Después de quitar el escenario y las barras de bar, se queda una auténtica pradera. Esos son los peores momentos que puede vivir un responsable de un terreno de juego», admite rememorando una situación crítica: «Pensé que había que levantarlo después del concierto de Police. Era un secarral, un campo de trigo. Eso fue en 2008, cuando descendió a Segunda División. El año de los impagos. Yo pensaba que este campo ya no reaccionaba. Si el club llevaba una mala racha económica y deportivamente, el césped se cogió de la mano».
Raimon protege con cariño un bien preciado: «Este año el campo es de Champions League». El pasado sábado cumplió 23 años dando cariño al césped levantinista. Ahora vive en una nube: «Espero que el campo acabe la temporada perfecto. Igual que el equipo, en zona Champions».