Cambiamos la calabaza de Sevilla por una lujosa carroza
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@as.com:
Llegaban mis amigos atléticos creciditos al Infierno de Orriols, total, por haber empatado en casa (¿desde cuándo es un gran resultado empatar en tu estadio?) y se fueron con el rabo entre las piernas por el baño que le dio un Levante herido. Sonaba a vacilada la frase de Schuster en la previa afirmando que el rival que mejor les podía venir ahora era el Atlético, pero el alemán consiguió espolear a los suyos, que le dieron la razón desde el minuto uno. Pocos granotas esperaban ganar con tan poco sufrimiento, pero lo cierto es que fue así porque, como tocado por una varita, el Levante cambió la calabaza de Sevilla por una lujosa carroza. El equipo estuvo, por fin, juntito a la hora de defender y rápido para atacar porque le sienta mejor jugar con dos puntas, sobre todo viendo que Manchev y Sergio García se complementan como si llevaran diez años juntos.
Mención aparte merece Alberto Rivera, que se comió él solito todo el centro del campo atlético. No hace falta doble pivote porque él juega por dos. Las patadas de Luccin no le amedrentaron sino que le espolearon para superar al rudo francés y a un Ibagaza con más cartel que rendimiento. Con las vías de suministro bloqueadas, Torres fue un extraño que soñará con Jesule, del que muchos esperaban que luciera en Primera como lo hizo ayer. A su lado, Culebras volvió al once para apuntalar con elegancia una zaga que, anoche sí, permitió vivir tranquilo a Mora (¡parada mitica!). Espero que nadie se escude en el colegiado, que pudo equivocarse en el penalti, para justificar una derrota justa, mejor dicho corta, visto también el partidazo de Nacho y Ettien. La única lectura es que el Levante tenía ante sí un examen de grandeza que superó con nota muy alta.
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que bonito, me emociono