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El concepto de ropa sostenible no se limita únicamente al uso de materiales ecológicos o reciclados. Va mucho más allá, englobando todo el ciclo de vida de una prenda, desde su diseño y producción hasta su disposición final. Las firmas que apuestan por la ropa sostenible suelen enfocarse en prácticas que reducen el desperdicio, minimizan el uso de agua y energía, y aseguran condiciones laborales justas para los trabajadores. Esto último es especialmente relevante en un mundo globalizado donde gran parte de la producción de ropa se realiza en países en desarrollo, donde las normativas laborales son a menudo laxas o inexistentes. Por lo tanto, la ropa sostenible también está íntimamente ligada a la justicia social, ya que promueve no solo la protección del medio ambiente, sino también la dignidad y el bienestar de las personas que forman parte de la cadena de suministro.