El racó del Calcio
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@El País:
Los defensas de Campo dei Fiori
ENRIC GONZÁLEZ
EL PAÍS - Deportes - 03-10-2005El fútbol en Italia resulta inconcebible sin marcajes, presión y una defensa muy alerta
La plaza de Campo dei Fiori contiene el alma de Roma. Campo, donde la Inquisición hizo arder en la pira al monje-filósofo Giordano Bruno, es una de las pocas plazas romanas sin ninguna iglesia y sin ningún obelisco. La tradición del lugar es laica y un poco golfa: por la mañana aloja un mercado de verduras al aire libre, por la tarde propicia el paseo, por la noche se llena de bares y de ruido.
Cuando cierran los bares, ya de madrugada, no es extraño que alguien arroje al aire un balón. En cuanto asoma el cuero (o la bolsa llena de papeles, da igual) los antidisturbios se ponen el casco con un gesto desganado y se colocan en sus puestos: la rutina es bien conocida. Antes de que comience la carga policial y de que se rompan las primeras litronas (la coreografía está muy ensayada, no falla nunca) se permite que el balón ruede por la plaza y que se celebre el breve partidillo ritual que enfrenta a dos equipos arbitrarios (cada uno chuta hacia donde quiere) y sobradísimos de gente. Puede haber 100 o 200 personas involucradas en el juego-mogollón, carente de reglas y objetivos porque no hay porterías, y siempre se acaba igual: la policía despeja la zona, hace alguna detención simbólica y los vecinos, con un poco de suerte, consiguen dormir por fin.
Lo fascinante de esa ceremonia etílica y deportiva consiste en que siempre hay alguno que se queda atrás, a defender, con toda la atención puesta en cortar cualquier posible contraataque. Portería no hay, marcador tampoco, la juerga dura pocos minutos y el principal objetivo, se supone, consiste en abrirse paso entre la multitud y tocar el balón al menos una vez. Pero la defensa está ahí.
Parece como si el fútbol, en Italia, resultara inconcebible sin marcajes, presión y una defensa muy alerta. Incluso en la juerga de Campo. El calcio se paladea de forma distinta al fútbol de otros lugares: la tensión y el esfuerzo son más apreciados que la filigrana y la idea central, por encima del gol, es mantener la propia puerta a cero. Hagan la prueba y miren un partido italiano y luego uno inglés o español: en el segundo encuentro se tiene la impresión de que faltan jugadores, porque hay un montón de espacios libres por ahí: el centro del campo está lleno de aire y de tiempo para pensar. En Italia, el agobio invade hasta el último palmo de hierba.
Marcello, un amigo romanista (ayer debió sufrir mucho en el Olímpico, con la enésima empanada mental del Roma y la victoria del Siena), sostiene que las razones del defensivismo futbolístico italiano tienen raíces históricas. Durante unos 15 siglos, casi hasta el XX, la Península Itálica ha sido un no parar de invasiones y ocupaciones (desde los godos hasta los austro-húngaros, pasando por normandos, árabes, españoles, franceses y alemanes varios) y eso, según él, ha grabado en la memoria colectiva la necesidad de atrincherarse, resistir y buscar el golillo al contragolpe.
Es posible. El calcio, en cualquier caso, es un fútbol aparte. Esta temporada no hay ningún entrenador extranjero en la Serie A, una circunstancia única en las grandes Ligas europeas. Tampoco existen en otros países defensores como Maldini, que ayer, a sus 37 años, jugó un partidazo y marcó dos goles. Es extraño, pero con el tiempo, y sin saber por qué, uno acaba entregando el corazón al fútbol italiano. Y entendiendo a esos juerguistas de Campo que se alejan del gran barullo y se quedan atrás, con la mirada fija en el balón, cubriendo su zona, por si acaso.
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¡genial!
Leyendo el articulo no he podido evitar repasar la lista de todos los ilustres foreros que se quedarian en defensa en Campo dei Fiori.
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Creo que si nosotros fuesemos al Campo dei Fiori, el balon se quedaria en medio mientras todos los miramos.
aunuqe siempre habra algun valiente que lo intentaria tocar… para despejarlo, claro.
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Yo lo que os digo es que hay unos vuelos de Ryanair a Roma que salen a peseta. Tenemos que estar ahi.
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Yo lo que os digo es que hay unos vuelos de Ryanair a Roma que salen a peseta. Tenemos que estar ahi.
Seria la hostia.El combinado alcohol-antidisturbios-origendelfutbol es irresistible
Yo me apunto cuando y como sea
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Suick PAREDON…
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Ayer no hubo calcio, luego no hay artículo.
Por lo menos tiene dos fieles el post.
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Pues te lo inventas.
Te voy a demandar por daños y perjuicios…
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Ie, que els seguidors del raconet som multitud….
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los de siempre en todos los lados, joder sois una puta secta
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@El País:
El caballero y la dama
ENRIC GONZÁLEZ
EL PAÍS - Deportes - 17-10-2005Hace dos años, cuando ya llevaba ocho en el Juventus, Alessandro del Piero renovó su contrato por cinco más. El futbolista tenía 28, vivía su mejor momento y obtuvo muy buenas condiciones económicas: 5,6 millones de euros por temporada más 2,3 por sus derechos de imagen. Ale estaba tan contento que pagó una página de publicidad en La Gazzetta dello Sport para anunciar personalmente la noticia de su unión vitalicia con la Vieja Señora del calcio. El titular del anuncio era gracioso: "Un caballero no abandona nunca a una dama".
El caballero Del Piero debió de pensar bastante en esa frase cuando, unos meses después, la dama en cuestión, convertida en una Rottenmeier con las facciones tremendas de Fabio Capello, empezó a darle leña. La llegada de Capello supuso para la Juve un retorno a los principios básicos de una sociedad metalúrgica -pertenece desde hace medio siglo a los Agnelli de la Fiat-, hosca y exigente. Del Piero era el futbolista mejor pagado, pero a Capello le pareció irregular. Y era cierto. Entre el caballero y el recién llegado Ibrahimovic la elección resultaba clara. Y Del Piero, desorientado y fallón, empezó a conocer de cerca el banquillo.
Capello fue un futbolista bastante malo desde el punto de vista técnico. No era de los que acarician el balón, sino de los que lo pisan, lo retuercen y, si es necesario, lo muerden. Pero tenía una voluntad de hierro y una mente despierta que le permitía captar las claves de cada partido. La voluntad y el conocimiento del fútbol, junto a un carácter de mil demonios y una ambición desmedida, le han permitido ser un entrenador de gran éxito.
Maneja la plantilla como un dictador y somete a cada futbolista a algo muy parecido a la tortura psicológica. Presiona, exige, amenaza, machaca y castiga hasta ser dueño de cuerpos y almas. Exprime a los jugadores hasta agotarles. A cambio, ofrece resultados. El día que Capello abandona un club se oye en el vestuario un gran suspiro de alivio.
Lo curioso es que, con el tiempo, sus víctimas suelen echarle en falta. Totti, Cassano y demás artistas del Roma brindaron cuando el tirano se largó por sorpresa a Turín. Un año después reconocían que nadie les había comprendido como Capello. Cassano no levantó cabeza desde que se fue y hoy, peleado con los propietarios del Roma y con casi todo el mundo, apartado del equipo y de la selección italiana, no sabe ya qué hacer para que le fiche el Juventus y reencontrarse con Capello. Puede ser un síndrome masoquista al estilo de Portero de noche. También puede ser que Capello entienda como nadie las flaquezas de los jugadores creativos.
Alessandro del Piero vivió desde el banquillo el título de Liga del curso pasado y esta temporada -ya siete victorias consecutivas- empezó igual. El Juventus funcionaba muy bien sin él. La exclusión, en su caso, resultaba especialmente dolorosa porque le alejaba de participar en el Mundial de 2006, el último de su carrera. El seleccionador, Marcello Lipi, que dirigió al equipo turinés en los días de mayor gloria de Del Piero, dijo la semana pasada que quien no jugara todas las semanas no podría ir a Alemania. Para Ale sólo parecía quedar una salida: buscarse un nuevo equipo en enero, tal vez en Inglaterra, y hacer valer ahí sus credenciales.
Había otra opción, casi imposible: reconquistar a la Vieja Señora. El sábado, Capello dio descanso a Trezeguet y sacó al campo a Del Piero. El Juventus jugó muy mal, pero Del Piero jugó muy bien e hizo algo extraordinario: robó el balón en el centro del campo, dribló a un par de contrarios, se metió en el área y marcó.
Capello sonrió en la banda e hizo otra muesca en su látigo: tras dos años de tortura, Del Piero era al fin suyo.
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Capello es un ejemplo claro de las pocas verdades que hay en el futbol,un gran entrenador jamas puede haber sido un gran jugador.Los entrenadores que han sido grandes jugadores siempre tienden a favorecer la calidad tecnica en detrimento del colectivo.
El futbol le debe mucho desde que en la final de 1994 en Atenas humillo a cruyff.Despues de aquel partido al tramposo de cruyff se le deberia haber prohibido la asistencia a cualquier campo de futbol.¡johans cruyffs nunca mais!
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Curiosa observació. Els entrenadors triomfadors dels darrers anys foren futbolistes d'una qualitat gens extraordinaria (Del Bosque, Capello) o fins i tot molt mediocres (Benitez, Mourinho).
Schusters i Cruyffs, en canvi, són mentides.
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Lo mejor de Cruyff, es que dicen que el reinvento el futbol ofensivo.
Cuando la moda era jugar con 4 o 5 defensas y meter un nuevo medio por un delantero, el metio un delantero por un defensa.
Si. Eso esta muy bien. Pero es que asi, lleva jugando el Ajax toda su pvta vida, llamase el entrenador Cruyff, Van Maal, Koeman o Danny Blind…
Eso si, para saber venderse, era unico...
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@El País:
El equipo del barrio
ENRIC GONZÁLEZ
EL PAÍS - Deportes - 24-10-2005
La cabeza de la clasificación de la Serie A suele ser tan previsible como una ensalada ilustrada: Juventus, Milan e Inter, rey, caballo y sota del calcio, como casi siempre. Justo detrás, Fiorentina: era de esperar, dado que los nuevos propietarios, los De la Valle, no querían revivir las angustias del curso pasado y contrataron a un ariete estupendo (Toni), a un buen técnico (Prandelli) y a unos cuantos gregarios finos. Lo insólito es lo que viene luego. En el pelotón de los aspirantes a arañar una competición europea está el Chievo, uno de los más curiosos fenómenos futbolísticos de este hemisferio.
Chievo no es una ciudad. Es un barrio periférico de Verona, una urbe mediana del noreste italiano. Para entendernos, hablamos de 2.500 habitantes en un área unas 20 veces más pequeña que Getafe y 100 veces menos divertida. La gente va a Verona por el lago Como, por los espectáculos de la Arena o para enternecerse con la tragedia de Romeo y Julieta. No se conocen corrientes turísticas hacia el estadio del Chievo, que, sin embargo, está casi al lado de la estación de ferrocarril. El Chievo es un prodigio surgido de cuatro calles y del entusiasmo de un sacerdote. Y, aunque su historia arranca de lejos, seguía siendo un club de aficionados cuando, en 1982, Italia ganó su última Copa del Mundo.
La primera imagen del Chievo es de 1929: unos cuantos entusiastas del barrio disputan el primer partido de fútbol en un campo que no es una pradera, sino un descampado lleno de arbustos, con el centro del terreno marcado por unos matorrales de singular altura. La segunda imagen, de 1931, corresponde al primer encuentro oficial. Uno de los jugadores del Chievo luce una redecilla en la cabeza con el fin de no estropearse el peinado.
Las demás secuencias son igualmente modestas. En 1948 las penurias económicas son tan grandes que tiene que cambiar los colores tradicionales, blanco y celeste, por el azul y el amarillo de unas camisetas que le salen gratis. En 1950 juega tan mal que en un encuentro con el Bardolino opta por retirarse del campo después de recibir el séptimo gol para no prolongar la humillación del puñado de seguidores.
Pero en 1958 el párroco, Silvio Venturi, logra que la diócesis preste fondos al club para crear un campo por fin llano y sin matojos, construido enteramente por gente del barrio. Se establece además una sede oficial en el bar La Pantalona. El cura Venturi marca un antes y un después. En 1966, el campo es destruido por el desbordamiento del río Adige, pero los vecinos lo arreglan en un par de meses. En 1975 se alcanza un éxito sin precedentes y el Chievo asciende a Primera Regional.
En 1990 el Chievo sube a Tercera División. En 1994, a Segunda. En 2000 llega al barrio un entrenador de la zona llamado Luigi del Neri y en el último partido de la temporada, contra la Salernitana, conquista una plaza en la Serie A, la cúspide del calcio.
Del Neri, ahora en el Palermo, ha hecho carrera desde entonces. El presente entrenador se llama Giuseppe Pillon, que en septiembre definió su proyecto con una sola frase: "Suframos lo menos posible". El equipo del barrio tiene a veteranos como Lorenzo d'Anna, de 33 años y diez en el equipo, y a muchachos como el nigeriano Obinna. Los dos marcaron ayer para vencer al Cagliari (2-1) y aupar al Chievo hasta la mejor posición de su historia. Fue un partido infumable, malísimo, sobre todo en la primera parte; si la plantilla hubiera sido la de 1950, quizá no habría saltado al césped tras el descanso para no seguir aburriendo a la hinchada. El caso es que el Chievo ganó y lleva cuatro jornadas invicto.
Lo normal es pensar que no durará. Pero lo mismo se pensó cinco años atrás, cuando un pobre equipo de barriada se coló en la élite. Y ahí sigue el Chievo.
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en ese viaje pendiente a roma deberiamos incluir el bar La Pantalona y el estadio del Chievo. Esto implica que hay que estar mas fino en las apuestas
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¡Mamones!,5 a 1 pagaban ayer el partido del plus
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Per anar a Chievo des de Roma hi ha una bona passejada. Afinar, però afinar de debò.
Per cert, estrany concepte del divertiment té el senyor Enric. Haurà estat mai en Getafe?
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Suick VETE CON OLTRA!!!
DIMISION DIMISION DIMISION
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@Noirot:
Suick VETE CON OLTRA!!!
DIMISION DIMISION DIMISION
Coño que estaba de vacaciones. Voy a rebuscar.
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@El País:
La furia de los melancólicos
EL PAÍS - Deportes - 31-10-2005
La furia de los melancólicos suele ser terrible, porque es una furia fría y metódica que nace de la voluntad. El Milan, el equipo más melancólico de Italia, arrolló al Juventus en San Siro, lo martirizó hasta matarlo y no tiró el cadáver al río porque lo impedía el reglamento. La superioridad milanista sobre el líder que se creía imbatible fue de las que se ven pocas veces en encuentros de gran nivel. Los diablos rojinegros hicieron mejor que la Vieja Dama de Turín todas las cosas que, supuestamente, la Vieja Dama hace mejor que nadie: presionar, agobiar, enervar: refinada disciplina inglesa. Ofrecieron además al público algún rasgo de su tradicional elegancia y una generosa ración de exquisiteces de Kaká. Parecían el Milan de otro tiempo.
El Milan, sin embargo, ya no es el Milan de hace unos años. Si el fútbol se jugara con la voz y no con el balón, el discurso rojinegro frente a la Juve habría sido el monólogo de Kurtz. Piensen en El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. O en la versión cinematográfica de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now. Recuerden a Marlon Brando y su monólogo en la selva, ante el atónito Willar-Marlow: "El horror, el horror". Pónganse en el lugar del pobre Kurtz, un alma inteligente y compasiva, que lo ha visto y vivido todo en la selva y a quien los indígenas adoran como a una divinidad maligna.
El Milan es Kurtz. Sus jugadores lo han visto y vivido todo. Tipos como Maldini, Cafú, Costacurta, Stam, Seedorf y Vieri llevan demasiados años de fútbol pegados a la suela de las botas como para emocionarse a estas alturas; pero lo que distingue a los milanistas no es la experiencia, sino la calidad de la experiencia. Esta gente ganó una Copa de Europa en condiciones infames: empate a cero y penaltis, precisamente frente al Juventus. Esta gente perdió una Copa de Europa en condiciones no menos infames: el hundimiento de Estambul, ante el Liverpool, fue de los que dejan cicatriz. Esta gente lleva dentro la tristeza sosegada, la distancia, la incredulidad. La melancolía.
Su furia no surgió de las vísceras, sino del cerebro. Fue la reacción orgullosa de un equipo que (a diferencia del Juventus) puede soportar con tranquilidad una derrota en un encuentro de trámite, porque la vida es así, pero no en una noche de gala. Para eso ya tienen el recuerdo de Estambul. Los melancólicos de Milán siguen segundos, pero menos segundos que antes, a sólo dos puntos de los mastines de Capello. Habrá que ver ahora cómo supera el Juventus sus propias inseguridades.
El resto de la jornada deparó lo habitual: las estrecheces del Inter, el gol de Toni, las miserias del Parma. Y algo más: el retorno de un treintañero mileurista. Damiano Tommasi, 31 años, veronés, de oficio peón de brega en el centro del campo, llegó al Roma en 1996 y vivió el fracaso con Bianchi, la mediocridad con Mazzone, el furor con Zeman y el triunfo, el scudetto de 2001, con Capello. En la pretemporada de 2004, con el efímero Prandelli, se reventó una rodilla y los médicos pronosticaron que ya no volvería. Unos meses más tarde, además, expiraba su contrato. Tommasi hizo lo propio de un melancólico orgulloso: como ni siquiera él estaba convencido de poder recuperarse, se ofreció a renovar por el salario mínimo de la Liga Profesional, 1.500 euros mensuales. ¿Cómo podían negarse los propietarios del Roma?
Con ese sueldo fue al fisioterapeuta, al gimnasio, al entrenamiento. Y con ese sueldo reapareció ayer, después de 15 meses de cojera y salario mínimo, en la segunda parte de un encuentro que el Roma estaba empatando. Tommasi no hizo gran cosa, salvo un par de faltas feas y alguna carrera alocada, pero el Roma ganó. Y el mileurista, vencedor en una apuesta personal, se marchó muy feliz a casa.
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Mas de uno de por aqui, tenia que tener un minimo de vergüenza y renovar por el minimo si quiere seguir…
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como me gusta el milan!! como sabe arrollar cuando kiere y como sabes sufrir cuando debe.
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@Noirot:
Mas de uno de por aqui, tenia que tener un minimo de vergüenza y renovar por el minimo si quiere seguir…
A veeer… Dejame que piense... ¡SANDRO!
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Ja que hi estem…Alexis!
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Yo lo decia por Jesule, pero los otros dos tambien me valen…
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Es que si nos ponemos a decir la lista estilo un,dos, tres no acabamos en la vida. ¡HARTE!
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congo
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@El País:
La 'cuchara' de Totti
EL PAÍS - Deportes - 07-11-2005"Mo je faccio er cucchiaio", dijo Totti. Y a Maldini le sonó tan raro como a cualquier lector español. Luego, cuando el tótem milanista tradujo mentalmente del romanesco al italiano, la cosa le sonó aún más marciana. En aquellas circunstancias, lo último que podía uno esperarse era un cucchiaio del romano más castizo desde Alberto Sordi. Maldini se quedó lívido.
Era el 29 de junio de 2000 y la semifinal Italia-Holanda del Europeo acababa de terminar en empate. Se jugaba en Holanda y los italianos, encerrados en el círculo central, hablaban de quién tiraba los penaltis. Di Biagio fue el primero en reconocer que la cosa imponía. "Francesco, yo tengo miedo", dijo. Y Francesco Totti, en su romanesco cerrado: "A quién se lo dices. ¿Has visto lo grande que es aquél?", resopló, señalando al portero Van der Saar. Di Biagio: "Pues sí que me animas". Entonces llegó la frase inmortal: "Nun te preoccupá, mo je faccio er cucchiaio". O sea, "no te preocupes, yo le hago la cuchara".
El gran jefe Maldini tenía la oreja puesta y al cabo de unos segundos, cuando comprendió, se dirigió con gran alarma hacia Totti. "¿Pero estás loco? Estamos en una semifinal del Europeo". Pero Totti ya tenía la idea clavada en el entrecejo: "Sí, sí, le hago la cuchara".
"Er cucchiaio", "la cuchara", es la marca de fábrica del mejor futbolista italiano. Un toque suave, por debajo del balón, que eleva la trayectoria unos metros y luego la deposita en el suelo, dentro de la portería. Una de esas jugadas caprichosas que pueden hacerse cuando se gana por mucho y queda muy poco partido. Una burla amable al contrario y un guiño al público. Una broma, algo que no se hace en el momento más crucial del año. Lo que pasa es que Totti es Totti. El capitán del Roma tendría poco de qué hablar con Einstein, pero la inconsciencia le da a su juego el toque de locura y genio de los grandes idiotas del fútbol: Totti forma parte de la dinastía de Garrincha, Best, Gascoigne, Cassano. Con la ventaja de no ser cojo, ni alcohólico, ni paranoico.
Cuando le tocó lanzar a Francé Totti, caminó hacia el punto de lanzamiento, miró a aquel portero holandés tan grande, se aproximó al cuero y lo acarició en el vientre. El balón partió en cámara lenta, como un globo de feria, hacia el centro del marco. Van der Saar, en cámara rápida, se había lanzado ya hacia un costado. Y el penalti entró como un suspiro, dulce, desmayado, con la miel de un beso y el ritmo preciso de un buen chiste.
Totti publicará el año próximo un manual de fútbol que se titulará, cómo no, "Mo je faccio er cucchiaio". Será su tercera obra, tras las memorables Los chistes sobre Totti contados por mí mismo y Los nuevos chistes sobre Totti contados por mí mismo. No los escribe él, pobrecito, pero en este caso no importa, porque los beneficios (una millonada) se destinan a beneficencia. Totti es, seguramente, el futbolista que más dinero ha aportado a obras de caridad, el que ha visitado más asilos y hospitales y el que más ha hecho por su ciudad.