ALGO HUELE A PODRIDO EN EL FUTBOL VALENCIANO
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Por favor leed este artículo que aparece hoy en el diario Las Provincias.
Algo huele a podridoen el fútbol valenciano
PABLO SALAZAR
Las Provincias (6-12-08)En la misma semana en que los rumores sobre la posible suspensión de pagos del Valencia CF se han acrecentado, el otro equipo de la ciudad, el Levante UD, ha tenido a bien robar el protagonismo a sus odiados chotos para acaparar las portadas de la prensa deportiva y general gracias a un presunto caso de soborno. Esta vez, vaya por Dios, sí que parece haber funcionado la 'germanor'…
Lo cierto es que en apenas 48 horas, el fútbol valenciano se ha puesto de moda no por sus logros deportivos sino por un escándalo que en teoría debe acabar en manos de la Fiscalía Anticorrupción y por una gestión calamitosa que muy probablemente termine en un juzgado de lo mercantil. Tampoco vamos a rasgarnos les vestiduras por este amor repentino de nuestros dos clubes por las sedes judiciales, ¿o tendré que recordarles la imagen de Soler ante el juez?
Cuando llegan los títulos o los ascensos, y en la última década han abundado, las puertas del Ayuntamiento y del Palau de la Generalitat se abren de par en par para recibir a los héroes, pero cuando el devenir de dos entidades históricas va a dar con sus maltrechas estructuras en los banquillos de los acusados, los despachos oficiales se apresuran a soltar amarras y a declarar que se trata de entidades privadas cuyos problemas no son culpa de la Administración. Lo cual es una verdad como un templo.Qué lástima, no obstante, que esa verdad de Perogrullo no fuera un obstáculo para haber impedido al ex presidente Francisco Roig perpetrar un urbanicidio en el viejo Mestalla, origen inicial de los males del conjunto blanquinegro. Antes al contrario, se le rió la gracia del San Siro valenciano, devenido en buñuelo fallero, pero no ese sabroso buñuelo que casa a la perfección con un caliente chocolatito, sino ese otro de chiringuito callejero, grasiento e imposible de digerir.
Qué lástima que el urbanicidio diera lugar a la dudosa recalificación para pagar el delirio de grandeza de un estadio que es un pozo sin fondo por el que se consumen las escasas energías económicas que aún le quedan al Valencia.
Qué lástima, en fin, que al Levante también se le recalificara una parcela, y se le prometiera el oro y el moro para el resto, que no era cuestión de que los levantinistas se enfadaran.
No, los males del Valencia y del Levante no son culpa del Ayuntamiento ni de la Generalitat. No señor. Hay responsables, con nombres y apellidos, del descomunal desaguisado que, si nadie lo remedia, puede poner en muy serios aprietos a ambos equipos en los próximos meses. El fracaso del Valencia y del Levante es el fracaso, sin duda, de Soler y de Villarroel-Julio Romero, pero también de todos aquellos que pudiendo haber hecho algo miraron para otra parte, se escondieron o incluso prefirieron acercarse al palco VIP a dar abrazos entre canapé y canapé. El fracaso del Valencia y del Levante es también el de una sociedad incapaz de pararle los pies a dos dirigentes que pasarán a la historia por abocar a ambos clubes a un proceso que puede terminar incluso en su desaparición. Es el fracaso de todos aquellos que se dicen muy valencianistas pero a los que faltó tiempo para ir corriendo a vender sus acciones para sacarse cien mil duros. La pela es la pela. Y es el fracaso de todos los que se dicen granotas desde siempre pero ni hartos de vino se les ocurre rascarse el bolsillo para pagar una entrada en el siempre desierto Ciudad de Valencia.
Es lógico que la Administración se distancie, y tampoco es cosa de echarle las culpas a Bancaja, que bastante tienen los bancos con su propia crisis. Además, si el Valencia y el Levante ya no ganan copas o no consiguen ascensos siempre nos quedará la Copa América o la Fórmula 1.
Algo huele a podrido en el fútbol valenciano. Si uno lo piensa es hasta lógico. Lógico por los personajes que en los últimos años han pululado a su alrededor. Conocidos muchos de ellos en toda Valencia... De aquellos títulos y aquellos ascensos a estos fracasos. De repente, en apenas unas semanas, el fútbol valenciano ha hecho cataplom. Casi con la misma rapidez con que lo ha hecho el boom inmobiliario. ¿Será casualidad o causalidad? La Comunitat de las oportunidades, la California europea, ha pasado en muy poco tiempo del brillo del papel couché al tono amarillento de los legajos judiciales.
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Hay que añadir que las cuentas de los organismos públicos han hecho catacrack, que la empresa valenciana lanquidece y no compite gracias a que todo el apoyo en vacas gordas se fue el ladrillo y al turismo (y no a la industria, verdadero motor económico), que la cultura se muere porque la gente pasa de formarse humanamente al no tener aliciente para ello y sólo quiere ir al centro comercial un domingo, que los cines están vacíos, que Canal 9 ha dejado sin conciencia, sin personalidad y sin sensibilidad a la gente…
Es una sociedad en quiebra humana.
Mientras tanto, seguimos yéndonos a Barcelona o a Madrid. Pero ahora también ya nos vamos a Castellón o a Cuenca.
Pero qué bonita está Valencia y qué radiante está esta Comunidad. Al menos esos dicen los turistas que vienen de paso.