Carta de despedida de Sandra Paños
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A la gran familia levantinista,
Nunca es fácil decir adiós. Una se da cuenta de lo complejo, mucho, que es despedirse cuando escribe estas líneas. Más aún cuesta cuando las vivencias, las experiencias, los momentos bonitos, los instantes inolvidables, cuando el rotundo apego que se siente por tu club y colores, están tan dentro del corazón.
Cuando alguien dice adiós, analiza lo vivido y siente la enorme necesidad, sentida y sincera, de agradecimiento.
Gracias, por encima de todo, al Levante, como club, como institución, porque es mi casa y así me he sentido. Gracias al presidente, Quico Catalán, y al presidente de honor, Paquito Fenollosa, que permitirme que diga que es un auténtico crack. Gracias a toda la estructura deportiva: al cuerpo técnico, a quienes han estado siempre para darme las herramientas para seguir creciendo como portera y también como persona. Gracias a todos los empleados, amigos, del Levante que han estado siempre ahí, con el femenino, para hacernos la vida un poco más fácil. Muchísimas gracias a los aficionados. A todas esas personas que nos han seguido siempre, que nos han hecho no caminar solas tanto en Nazaret como allá donde hemos jugado y se han desplazado junto a nosotras o de alguna forma han estado tan cerca. Desde luego, siempre se ha sentido su calor. Todos hacéis grande el fútbol femenino, que debe seguir avanzando sin frenos.
Y también mi más profunda gratitud a todas las jugadoras, amigas siempre, con las que he compartido vestuario, viajes, entrenamientos, partidos, momentos muy buenos y algunos no tanto, que han sido fundamentales en mi crecimiento personal y también como una pieza más de un grupo sencillamente genial.
La reiteración de este agradecimiento se queda corto, seguramente nunca podré hacerlo lo suficiente, si a todo lo vivido en estos cinco años, y al hecho mismo de haber sido una etapa vital, de suma importancia en la que he pasado de ser una niña a una mujer, no reconociese que sin todos vosotros no hubiese tenido la oportunidad de alcanzar un sueño como ser convocada para estar con la selección española en el Mundial de Canadá.
Llegué al Levante hace cinco años. Vino a por mí Voro Ortiz. Tenía 17 años y estaba finalizando los estudios de Bachiller en Alicante, donde jugaba con el Plaza de Argel. Pero lo tuve claro. Y hablé con mis padres para poder decir sí y cumplir el sueño de luchar para ganarme un puesto en un gran club de la Primera división femenina.
Desde que llegué sentí un trato especial y eso no se siente si una no se ve como en casa. Y el Levante lo es. Sin embargo, es el momento de cerrar una etapa muy bonita. He pasado de niña a mujer. He crecido en Primera y he llegado a la Selección. He pasado unos años geniales en Valencia. Pero es el momento de iniciar un nuevo camino, con nuevos retos y objetivos tanto a nivel nacional como internacional.
Como aprendizaje personal, algo que llevaré siempre conmigo: “Qué grande es ser pequeño”.
Vuestra amiga siempre,
Sandra Paños
¡Hasta siempre! ¡Macho Levante!