Hazañas de un perdedor
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Creo que este texto lo saqué en su dia de este foro, no está de más recordarlo. Temporada 94-95. No recordeis el final de esa temporada, quedaros con el record de victorias.
HAZAÑAS DE UN PERDEDOR - por Ferrán Torrent
El Levante es tan pobre que no tiene metafísica. Todo lo que posee está en precario y hasta los sueños de gloria son los de la noche anterior, porque su memoria histórica quedó diluida en el túnel larguísimo de las derrotas. Subsiste con la vaga esperanza de rebelarse contra el orden de las cosas, y en sus venas fermenta, no el lujo de la inquietud por el futuro, sino la inquietante zozobra ante el presente.
Los que amamos este club estamos envueltos por la fatalidad que le persigue, pero ahora que hasta Georges Foreman, a sus 45 años, ha recuperado la corona mundial de los pesos pesados, parece que se ha abierto un cachito de veda en el coro cerrado de los triunfadores de siempre. En esa brecha ha metido sus brazos el Levante para, con su récord de la semana pasada, que iguala el del Real Madrid, hacerle una butifarra coyuntural a su destino. Es un hecho memorable, sin duda; la gesta de un enfermo crónico que da señales de vida.
El Levante se empeña en escribir su historia. Durante muchos años los chotos mrengues de la acera de enfrente redactaron un epitafio insultante: "Quan el gat puge a la palmera, el Levante estarà en primera", Pero el gato estaba muerto. Cuando yo era un chaval, había una gran rivalidad con el Valencia. Entonces el Levante era de izquierdas y jugaba en el campo de Vallejo, con las gradas repletas de estibadores, anarquistas en excedencia forzosa, hijos de exilados y mujeres de figura oronda que la emprendían a paraguazos con el linier. Mi padre, partidario del lenguaje correcto, me llevaba a la tribuna de Mestalla para hacerme un aficionado de bien. Sin embargo, el orden me imbuía tal desasoeigo que me escapaba a la general de pie de Vallejo a mentar la señora madre del árbitro.
Un día, el gato de la palmera recobró una de sus siete vidas y el Levante subió a primera. Como era un sueño de pobre, sólo duro dos tempordas, pero lo pasamos bomba. En un partido memorable ganó 5-1 al Barça, y en otro no menos heroico 1-0 al Valencia. Derrotado el eterno rival, los aficionados granotas invadieron el campo para abrazar a los unicos dioses que reconocían: Calpe, Serafín, Domínguez, Wanderley… Las banderas azul y grana ondeaban en las grúas del puerto y la pólvora corría en el distrito marítimo.
Las páginas más bellas de la historia del Levatne están escritas en un opúsculo que se agota en sus propios límites de gloria. Quizás por eso su gente celebra las vicyorias con tanta euforia, como si intuyese que al triunfo, por pírrico que sea, le sucede una travesía de olvido e indiferencia. El Levante es un club de sentimientos. Tanto que su actual presidente, José Luis López, ha decidido echarle una mano por expreso deseo de su padre, un viejo militante de la historia granota. Pero ya no es un club laico, es un híbrido donde las plegarias de las damas, lideradas por doña Lola Boluda, convergen con las imprecaciones de una masa social perdida en le laberinto de la modernidad política.
A doña Lola hay que agradecerle sus esfuerzos por integrarnos en los círculos influyentes de la divinidad, pero Dios nunca fue del Levante. A esta club lo salvaron los indicios de esperanza que albergan los perdedores. El Levante nació para luchar contra su destino. No tiene ememigo exterior: es su propia dinámica, consustancial a la derrota, pero inasequible al desaliento, lo que le da y le quita vida. No morirá nunca. Ahora sólo muere de éxito.
(publicado en 'EL PAIS')Hace poco alguien insinuo que ferran nos leia, incluso se dijo algun nick concreto. Si nos lees, gracias por el articulo ferran.
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Es un buen artículo, sin duda, que refleja la sustancia de nuestro Levante. Somos perdedores?
Pues entonces somos como los Simpson. Yo me considero un perdedor en la vida, quizá por eso llevo ya 40 años siguiendo a este club. Cuando empezaba y era un niño noo entendía de izquierdas ni derechas. Sólo veía al grandote y al pequeñín. Y gracias a mi padre (qepd) me enamoré de aquellas tardes de futbol en Vallejo, donde sabíamos que pasara lo que pasara, íbamos a sufrir. Por eso las alegrías eran más alegres y las derrotas más resignadas.
Mucho ha cambiado todo, pero hay algo inexplicable pero muy fuerte que todavía me emociona hasta cuando lo pienso: soy del Levante, lo seré siempre, allá adonde esté, y me sentiré más granota, cuando peor vayan las cosas, o sea, en las duras, donde casi siempre hemos estado. Esto algunos no lo entenderán nunca, los que siempre se apuntan al carro ganador. Lamentablemente para ellos, este sentimiento, que tiene mucho de parecido con el amor, no lo experimentarán jamás.
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I hi ha qui fa sòci d'honor a Florentino Pérez…. .
Gràcies Ferran Torrent.