EL DIA QUE EL LEVANTE FICHÓ A LÓPEZ CARO de Salva Regües
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Miércoles 5-7-2006: Fuimos con nuestra querida esposa a Alcántara del Xuquer. Acudimos al entierro de María Pilar Martínez, fallecida el lunes en el metro de Valencia. Hija de Emilio Martínez, peñista fundador de “Granotes de la Vall, Salvador Regües”, y embarazada de cuatro meses. Hacía calor, se sentía la aflicción. Estuvimos con Amadeo, con Kike, con Boro, con “Paloma”, con el pelotari “Moro”, con muchos levantinistas de la localidad. No apareció nadie del Levante U. D. S.A.D. Ni siquiera llegó un mensaje suyo. El día anterior contactamos con dos consejeros y les contamos la tragedia. Pero en el vaso de sus prioridades debieron diluirse las condolencias a la familia de María Pilar. Una omisión que nos hirió la sensibilidad granota.
A falta de un testimonio oficial del club, sí lo hubo de la peña de Alcántara. En una corona de flores azules y granas se leía esta leyenda: “Els amics del Llevant no te olviden”. Al verla, nuestro dolor se llenó de emoción. Allí, durante el sepelio, mientras sudábamos pena y vivíamos el silencio de un pueblo castigado por el destino y la imprevisión.
“Con lo feliz que estaba Emilio celebrando el ascenso levantinista y esperando el nieto que le iba a dar María Pilar”, nos comentó Kike Solves, peñista granota, yendo hacia el cementerio. Su comentario nos dejó sin respuesta. La congoja pudo con la palabra. Le miramos primero y luego nos retrasamos en la comitiva. Lo hicimos pensando en el desconsuelo de uno de los nuestros. De alguien al que comenzábamos a estimar mucho. Necesitábamos llorar y así lo hicimos. Con rabia ante lo sucedido, recordando de repente lo que contestó Maradona al preguntarle si organizaría un nuevo Mundial en la Argentina. “Mientras existan temas sociales más urgentes que resolver, como los hay en mi país, ni me molestaría en proponerlo”. Creímos en sus razones: las de cubrir la necesidad antes de buscar el lujo y las de usar la sensatez en el gasto público.
Retornamos al grupo. Vimos el semblante dolido del alcalde, Antoni Such. Iba solo, sin la compañía de gentes renombradas en la política valenciana. Gentes a las que Alcántara del Xuquer les debió parecer poco rentable. No había cámaras de televisión ni flashes, ¡qué iban a ganar allí!.
Abrazamos a los nuestros cuando terminó el sepelio. Nos despedimos después. En el coche pusimos la radio. Hablaban del fichaje de López Caro por el Levante. Pensamos en Emilio Martínez. En lo que le importaría la noticia. Dos días antes habría estado muy pendiente de la misma. Ahora..¡ay, ahora! Al llegar a casa sonó el teléfono. Era nuestro hijo Pablo. Hablaba con una pena contenida. Venía de otro entierro. El del regatista Luis Saiz, hermano de su amigo granota Jorge, compañero en el equipo de voley de Alboraya. Sin poder evitarlo, hartos de lamentos y de sentir impotencia, proclamamos nuestra indignación. Dimos un puñetazo en la mesa y nos acordamos de todos los “Pilatos” políticos que andan lavándose las manos, sin asumir la más mínima responsabilidad, ante el desastre sucedido.SALVADOR REGÜES
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Muy emotivo el artículo, sí señor!!!