No hay que avergonzarse (Vicente Furio, LP)
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No hay que avergonzarse
VICENTE FURIÓ/Martes, 25 de septiembre de 2007. El Congreso de los Diputados aprueba, por unanimidad, que la Real Federación Española de Fútbol, reconozca el título de campeón de la Copa de la República conseguido por el Levante el 18 de julio de 1937. Un reconocimiento que llega 70 años después y que representa el mayor logro deportivo conseguido por esta entidad valenciana que se encuentra en las vísperas de cumplir su primer centenario.
Un título que en la España actual tiene un significado más bien simbólico, al menos desde mi perspectiva, pero que no puede esconder el valor deportivo y sentimental para los que lo consiguieron y sus descendientes. Además, fue concedido por el Gobierno legítimo de España, una circunstancia que conviene no olvidar.
Días después de pronunciarse el Congreso donde, por cierto, el PSOE y PP se unieron en la votación, a la iniciativa de Izquierda Unida, tras estar protagonizando una legislación bronca y copera, los levantinistas se reunieron en el Ciudad de Valencia para recibir y sufrir con el FC Barcelona. No hubo, desde las estancias oficiales del club, ni el más mínimo detalle o gesto encaminado a celebrar aunque fuese discretamente, la Copa que existe en las vitrinas de la entidad. Es más, ni un aplauso se solicitó en recuerdo y respeto por aquellos jugadores, empleados, técnicos, aficionados y directivos que proporcionaron, en tiempos más que difíciles –diría crueles– una alegría, una satisfacción a una parte importante del pueblo valenciano.
No hay que avergonzarse de lucir la Copa de la República. Es todo un orgullo. De la misma forma que es todo un orgullo ser del Levante aunque se encuentre de colista. De lo que hay que avergonzarse es de llevar al club, otra vez, a la ruina deportiva y económica. Produce sonrojo el carrusel en el que ha entrado el Levante en la contratación y despido de sus jugadores. Se fichan como si fuesen mercancía al peso, sin criterio. Se les paga cantidades no acordes con la realidad por lucir una camiseta que muchos no llegan ni a sudar y encima el club no posee recursos para ello.
De lo que hay que avergonzarse es de contratar un entrenador cada seis meses y minar la autoestima de los mismos a las primeras de cambio. También hay que avergonzarse de no tener criterio en la gestión y de distanciarse cada vez más del sentir levantinista ahora, precisamente, que se está recuperando masa social. Produce tristeza que esta complicada y pesimista singladura en la vida del Levante se esté protagonizando cuando el máximo responsable del club es un levantinista de sentimiento y tradición familiar. Una persona que supo estar, sin pedir nada a cambio, al lado del color azulgrana, en los momentos más difíciles y complicados. Un dirigente generoso al que se le debe que el Levante recuperarse un puesto en la Primera División del fútbol español.
Se trata de una persona que por su generosa trayectoria, el levantinismo debería de adorar. Nunca buscó protagonismo social ni enriquecimiento a través del club. Siempre tuvo vocación de servicio que muy pocos levantinistas han sabido reconocerle. Sin embargo, lleva unos años separándose de las personas que le quieren y optando por un camino tan confuso como desdichado que le impide hasta acudir al Ciudad de Valencia para presenciar los encuentros que disputa su equipo del alma y del bolsillo.
Algo muy importante debe de estar fallando cuando en lugar de encontrar comprensión, apoyo, estímulo y aplauso a sus decisiones sólo se le abre la puerta que le conduce al abismo. Un abismo al que le empujan, no sus amigos, sino todos aquellos que se aprovechan de él ya bien aplaudiendo ideas equivocadas, contrataciones desmesuradas y el pago de suculentas comisiones por jugadores incapaces de tocar el balón con un mínimo de sentido o en el ocaso de su carrera deportiva. Hay que avergonzarse, por supuesto, de aquellos que le rodean y son incapaces de decirle a la cara que como siga por este camino se irá, si no lo ha hecho ya, del Levante por la puerta falsa cuando se merecía salir a hombros. ¡Ah! Sus acciones no deben caer en manos de aventureros.
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Como un comunicador dice: Pedro, haz el último gran servicio al club: vende tus acciones a alguien de confianza.
Ahora añado: si sigues así, pasarás a la historia como el hombre que ayudó al Levante a despegar hacia las cotas más altas de historia, y a su vez el que le envió a los infiernos para siempre.
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No hay que avergonzarse
VICENTE FURIÓ/Martes, 25 de septiembre de 2007. El Congreso de los Diputados aprueba, por unanimidad, que la Real Federación Española de Fútbol, reconozca el título de campeón de la Copa de la República conseguido por el Levante el 18 de julio de 1937. Un reconocimiento que llega 70 años después y que representa el mayor logro deportivo conseguido por esta entidad valenciana que se encuentra en las vísperas de cumplir su primer centenario.
Un título que en la España actual tiene un significado más bien simbólico, al menos desde mi perspectiva, pero que no puede esconder el valor deportivo y sentimental para los que lo consiguieron y sus descendientes. Además, fue concedido por el Gobierno legítimo de España, una circunstancia que conviene no olvidar.
Días después de pronunciarse el Congreso donde, por cierto, el PSOE y PP se unieron en la votación, a la iniciativa de Izquierda Unida, tras estar protagonizando una legislación bronca y copera, los levantinistas se reunieron en el Ciudad de Valencia para recibir y sufrir con el FC Barcelona. No hubo, desde las estancias oficiales del club, ni el más mínimo detalle o gesto encaminado a celebrar aunque fuese discretamente, la Copa que existe en las vitrinas de la entidad. Es más, ni un aplauso se solicitó en recuerdo y respeto por aquellos jugadores, empleados, técnicos, aficionados y directivos que proporcionaron, en tiempos más que difíciles –diría crueles– una alegría, una satisfacción a una parte importante del pueblo valenciano.
No hay que avergonzarse de lucir la Copa de la República. Es todo un orgullo. De la misma forma que es todo un orgullo ser del Levante aunque se encuentre de colista. De lo que hay que avergonzarse es de llevar al club, otra vez, a la ruina deportiva y económica. Produce sonrojo el carrusel en el que ha entrado el Levante en la contratación y despido de sus jugadores. Se fichan como si fuesen mercancía al peso, sin criterio. Se les paga cantidades no acordes con la realidad por lucir una camiseta que muchos no llegan ni a sudar y encima el club no posee recursos para ello.
De lo que hay que avergonzarse es de contratar un entrenador cada seis meses y minar la autoestima de los mismos a las primeras de cambio. También hay que avergonzarse de no tener criterio en la gestión y de distanciarse cada vez más del sentir levantinista ahora, precisamente, que se está recuperando masa social. Produce tristeza que esta complicada y pesimista singladura en la vida del Levante se esté protagonizando cuando el máximo responsable del club es un levantinista de sentimiento y tradición familiar. Una persona que supo estar, sin pedir nada a cambio, al lado del color azulgrana, en los momentos más difíciles y complicados. Un dirigente generoso al que se le debe que el Levante recuperarse un puesto en la Primera División del fútbol español.
Se trata de una persona que por su generosa trayectoria, el levantinismo debería de adorar. Nunca buscó protagonismo social ni enriquecimiento a través del club. Siempre tuvo vocación de servicio que muy pocos levantinistas han sabido reconocerle. Sin embargo, lleva unos años separándose de las personas que le quieren y optando por un camino tan confuso como desdichado que le impide hasta acudir al Ciudad de Valencia para presenciar los encuentros que disputa su equipo del alma y del bolsillo.
Algo muy importante debe de estar fallando cuando en lugar de encontrar comprensión, apoyo, estímulo y aplauso a sus decisiones sólo se le abre la puerta que le conduce al abismo. Un abismo al que le empujan, no sus amigos, sino todos aquellos que se aprovechan de él ya bien aplaudiendo ideas equivocadas, contrataciones desmesuradas y el pago de suculentas comisiones por jugadores incapaces de tocar el balón con un mínimo de sentido o en el ocaso de su carrera deportiva. Hay que avergonzarse, por supuesto, de aquellos que le rodean y son incapaces de decirle a la cara que como siga por este camino se irá, si no lo ha hecho ya, del Levante por la puerta falsa cuando se merecía salir a hombros. ¡Ah! Sus acciones no deben caer en manos de aventureros.
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Vicente Furió, tan grande como siempre. Una pena que siga en un periódico que está en plena decadencia.
Saludos
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Totalmente de acuerdo!!!!
Alguien que le diga las cosas claritas, no los veletas que tiene al lado.
En el consejo hay que hacer una buena limpieza,tienen que haber gente que sepa gestionar bien un club y que haya una coordinación a la hora de hacer las cosas!!! esto es una casa de putas
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Si, es un artículo con el sentimiento de un granota (como nosotros) que se siente impotente por lo que esta pasando.
Cuando pudo ser el mejor Presidente de la Historia del Levante U.D., si se empecina (creo que sí), va a ser el Presidente de nuestra desaparición.
Creo sinceramente que Villarroel NO HA ROBADO, SI QUE HA DESPILFARRADO Y CREO QUE AL FINAL SE ARRUINARÁ ÉL Y NUESTRO CLUB.
¡¡¡Macho Llevant!!!
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Enhorabuena Sr. Furio, ha puesto en sus palabras el sentir de muchos levantinistas, suscribo todo lo escrito por ti al 100%.
Que pena que tengamos tan pocos periodistas como tu, estariamos en otro sitio.
Todos los levantinistas unidos al mismo grito, Pedro como te hemos querido y respetado muchisimo y no queremos terminar maldiciendo, Pedro vete ya, Pedro vete ya…...................
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muy bien.