¿Qué os parece la crónica de Moisés Rodríguez?
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Levante
El acordeón no cabe en la orquesta
La filarmónica granota ve peligrar su justo triunfo al replegarse para defender su ventaja después de ofrecer un recital de juego ofensivoMOISÉS RODRÍGUEZ.-
El Levante funciona como una orquesta filarmónica. Cada instrumento tiene clara cuál es su función en el campo. Los defensas actúan con contundencia y anticipación. Los centrocampistas miman el balón para tratar de darlo al pie. Los delanteros tratan de finiquitar en uno o dos toques como mucho. Sólo el acordeón desafina, la eterna manía de los equipos de echarse atrás cuando se ponen por delante. Los granotas pudieron pagar ayer demasiado caro ese conservadurismo ante un Numancia que mereció perder.
Sólo el chaval Mario puso algo de cordura en la línea de creación soriana. Nada más salir, sorprendió a Manolo Reina con un zapatazo duro desde la frontal. Era el 1-1 y la señal de alarma en un Levante que hasta ese instante había rozado la perfección.
La primera parte del Levante fue una sinfonía de buen juego. La melodía granota obtenía los aplausos y las exclamaciones de asombro del Ciutat de València. El Numancia también estaba anonadado, sin respuesta. Iborra justificó su renovación porque actuó con contundencia en la medular y remachó a la red el fallido intento de gol olímpico de Rubén Suárez.
Con el 1-0, el Levante se desmelenó. El equipo era un bloque compacto que no ofrecía ninguna fisura a los atacantes sorianos. Parecía que el segundo estaba por llegar. Rubén Suárez y Javi Guerra, dirigidos por un inconmensurable Juanlu, interpretaban una melodía angelical. El ataque granota imprimía una velocidad vertiginosa que no está al alcance de muchas delanteras de Primera.
Pero el intermedio no sentó nada bien al Levante. La defensa del Numancia dio un paso al frente. Los sorianos juntaron sus líneas y presionaron. En diez minutos, Mario ofreció más argumentos ofensivos que Barkero, Goiria, Garmendia y Nagore en toda la primera parte. El veterano mediocentro sólo mostró destellos en s regreso al Ciutat de València y fue sustituido al descanso por el canterano. El cambio hizo temblar los cimientos granotas.
Pero ayer era un día de ensueño, de los de cuento con final feliz. La expulsión de Pavón dejó tocados por un instante a los visitantes. El Levante se aprovechó de esta circunstancia y sólo tuvo que dar el paso al frente y decir aquí estoy yo para achantar al Numancia. Javi Guerra orientó de pecho un saque de banda desde la izquierda, se revolvió y lanzó una volea que trazó parábola necesaria para superar a Eduardo y entrar por la escuadra. Un golazo.
La melodía sonaba a oda por el ascenso. La música se interpretaba a dos voces: la de unos futbolistas inspirados y la de una grada desatada, entregada al equipo con mayúsculas de Luis García Plaza. Lástima que la partitura diseñada por el técnico madrileño incluyese un nuevo solo del acordeón.
Con más de un cuarto de hora por delante, los granotas se volvieron a echar atrás. Ya lo hicieron contra el Murcia y frente a la Real Sociedad, con resultados diferentes pero idénticos sobresaltos. El Numancia aceptó la propuesta, la de jugar a la ruleta rusa. Era la que más le interesaba, la única que le permitía aspirar a algo que no fuera una derrota honrosa.
Los castellano leoneses quemaron sus naves. Avanzaron la defensa hasta prácticamente la divisoria. Por un cuarto de hora, los de la leyenda de la defensa numantina parecieron ser los granotas. El Levante no salía. Cuando trataba de sacar el balón al toque, lo perdía al tercero, y si optaba por el pelotazo, sólo se ganaban diez segundos. Sin grandes argumentos, el Numancia consiguió que la grada se temiese lo peor.
A un punto del ascenso
García Plaza decidió mover ficha. El técnico finiquitó el miedo a quedarse con diez al sustituir a Pau Cendrós por Cerra, y se vio obligado a retirar a Iborra cuando su gemelo izquierdo dio la alarma. El chute de energía sirvió para amarrar tres puntos que colocan al Levante a uno del ascenso.
El equipo siguió encerrado atrás, pero ya no parecía un gatito asustado sino un felino agazapado que esperaba la ocasión para rematar a su presa malherida. Daba la impresión que los granotas jugaban con fuego. Pero es que todas las naves del Numancia estaban ya ardiendo. Y entonces llegó la contra en la que Rubén Suárez cedió el gol a Juanlu. El andaluz recogió así el merecido premio como director de una orquesta que puso en pie al público cuando interpretó su repertorio ofensivo.
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A mi me ha parecido muy acertada. Parece ser que Moisés Rodríguez atribuye a Luís García que los jugadores planten la barraca cada vez que se ponen por delante en el marcador. Yo tengo entendido que Luís en los partidos no para de decir a los jugadores que salgan hacia arriba, por eso pienso que es cosa de los jugadores.
Al final acabo dudando sobre quién tiene la culpa de que el Levante se heche hacia atrás cada vez que va ganando. La tenga quien la tenga, espero que entre todos se den cuenta de una vez que para ganar los partidos con solvencia, lo de plantar la barraca, sobra.
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El gol de javi Guerra , entró antes de la expulsión del jugador del Numancia…
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Algunas criticas en la crónica de esta semana por parte de lectores.
¿Literatura barata?¿y porque tiene que ir reñida del periodismo deportivo la literatura?