Quico Catalán es la última víctima de Amadeo Salvo
Recuerdan la mítica actuación de Gila llamando por teléfono en mitad de la guerra al enemigo y preguntándole a que hora tenía previsto atacar para ahorrarse un madrugón, pues esa escena es la que ha teatralizado Amadeo Salvo, al que se le olvidó que su equipo jugaba la próxima jornada contra el Levante y que su afición se desplazaría de forma masiva a Orriols.
Al presidente del Valencia se le pegó el arroz, porque estaba más preocupado en dictar comunicados coercitivos contra los medios y que atentan contra la libertad de información de sus accionistas minoritarios de cara a la Junta General de este jueves, que de los valencianistas que querían acudir al derbi.
Fue el pasado lunes cuando el Levante reunió a su Consejo para aprobar las cuentas del ejercicio anterior, ponerle fecha a su Junta General y ante la ausencia de noticias del vecino, acordar el precio de 30 euros para cada una de las 1050 localidades de la grada visitante. No fue hasta el día siguiente cuando los dirigentes del Valencia, me imagino que alertados tras ojear los periódicos de la mañana, se acordaron de Santa Bárbara cuando truena.
En ese instante, es cuando me viene a la cabeza la imagen de Gila ondeando la banderita blanca, descolgando el teléfono para pastelear con el enemigo las condiciones que a él le interesaban en medio del conflicto bélico. La respuesta del Levante a un posible pacto con los de Mestalla fue inmediata y el acuerdo solo sería posible por 30 euros para la ida y otros 30 euros para la vuelta. El Valencia no aceptó.
Les confieso, que con uno de los genios más grandes del humor que ha dado este país me parto de risa, pero con las ‘últimas’ decisiones de Salvo me estoy empezando a acongojar, porque forman parte de un comportamiento que busca de manera sistemática la confrontación, con el propósito de calentar y de agitar a las masas amparándose en una burda patraña de un pacto tácito sobre una política de precios inexistente entre todos los equipos valencianos de Primera.
Quiero pensar, que esta manera de actuar forma parte de una estrategia que solo está en la cabeza de Amadeo Salvo y de sus ‘pancarteros’, con el fin de ensalzar entre vítores sus últimos días como presidente ejecutivo, preparar un adiós multitudinario y dejar varias señales populistas que propicien un hipotético regreso por aclamación cuando Peter Lim decida desprenderse de lo que ahora se ha comprado.
El personaje se ha devorado a la persona
Amadeo Salvo llegó al club con los preceptos de la doctrina del Gloval Respect. Sin embargo, el precursor de las buenas relaciones con el prójimo ha ido buscando de manera selectiva enemigos semanales para generar un clima de permanente crispación con todos aquellos que no comparten sus deseos.
El primer ataque fue para Vicente Andreu, luego para Llorente, después para Bankia, más tarde KPMG, el Partido Popular, los representantes de Newcoval, Rus y los rusos, los patronos esquiroles, el Decano del Colegido de Abogados, el presidente de la LFP, Radio Valencia – Cadena SER y un listado interminable de manifestaciones y conductas, más propias del televisivo ‘Hermano Mayor’ que del máximo dirigente de una entidad tan grande como el Valencia CF.
La última víctima de Salvo ha sido Quico Catalán, que lejos de responder al plante, sonríe viendo como será reelegido en unos días por una Fundación granota que paga sus facturas y salvaguarda el patrimonio heredado por generaciones de levantinistas, mientras que para desgracia de los valencianistas Amadeo Salvo no encontró la solución, ni tuvo agallas para enfrentarse a los gobernantes que lo pusieron a dedo, con el único objetivo de evitar que el mejor embajador de la Comunitat y el club más laureado de la historia del futbol valenciano, sea dirigido a partir del próximo 1 de diciembre desde Singapur.
¡Qué viva el ‘nuevo 新’ derbi por muchos años y que viva en paz!
