Pues hasta ahí nos llega el infortunio desde tiempo inmemorial…
Pero eso, lo del Levante, dada la magnitud de la tragedia, adquiere un carácter muy secundario. Vivía mucha gente en el propio cauce del río, en chabolas y casetas lumpen. Debió morir mucha gente sólo con la primera avenida de agua y materiales arrastrados.
Un horror que me cuesta imaginar, porque no quiero.
Y tienes razón, Lorant, sería hora de que la Administración, gobernada por quien fuese, desease por su propio bien contar con las gentes mejor cualificadas para ejercer los roles específicos propios de un simple trabajo concreto. Pero no hay manera. Prefieren amigos, hijos y cónyuges. Si se seleccionase a la gente con criterios de objetividad y se limitase a juzgar capacidades, eso no garantizaría que el chollo funcionarial fuera convenientemente repartido entre quienes "merecen administrar". Parece un tópico. Pero el nepotismo, amiguismo, favoritismo, enchufismo... siguen reinando sin que nadie pueda atreverse siquiera a insinuarlo sin arriesgarse a entrar en un litigio más perdido que los 81 muertos oficiales de la riada del 57.