13 jul 2021, 12:07

@rana-baileys dijo en Post para meditar:

@gimnastico_1909 dijo en Post para meditar:

Al hombre siempre le parecen buenos sus caminos, pero es Yahvé quien pesa los corazones.
Haz justicia y buen juicio, que eso es mas grato a Yahvé que los sacrificios.
Ojos altivos, corazón soberbio, luz de los impíos, son pecado.

Proverbios 21, 2-4

El ser humano viene a perseguir siempre una cosa: el placer. Es un término muy denostado y que suele asociarse inadecuadamente con la lujuria o la gula. Pero es mucho más.
Aquél que se aplica un cilicio y se fustiga en su celda cuatro veces al día con vehemencia parece estar muy lejos de aquel otro que se dedica a perseguir niñas con ánimo avieso. Y en cuanto al juicio social sí están muy lejos.
Qué busca cada uno? Probablemente el sentirse bien. El flagelante se sentiría mal si no lo hace. El pedófilo se sentiría mal si no lo hace. Ambos por tanto buscan sentirse bien.
Cierto es que sus criterios son radicalmente opuestos, tan cierto como que esto nos lleva irremisiblemente a un relativismo moral que una vez en marcha resulta incontrolable.
Pero huyendo de los extremos nos centramos en comportamientos más normalitos, que son el de la inmensa mayoría de la gente.
Esos pequeños placeres de cada día son el objeto de deseo de cada uno. Tan simples y a la vez tan completos como captar una fragancia, escuchar una melodía o disfrutar de un arròs al forn en su punto.
Los futboleros obtenemos placer viendo un partido y específicamente viendo a los nuestros aunque en el transcurso del mismo suframos como cerdos en matanza. De no hacerlo nos sentiríamos mal. Y nadie quiere sentirse mal.
Cuando el gran fray Luis tradujo aquella maravilla de "qué descansada vida la del que huye del mundanal ruido..." pensaba en los placeres del alejamiento y lo que ello conlleva. Cuando Góngora compuso lo del "..y ríase la gente" se refería sin duda a esos placeres de quien no se afana en la apariencias y la liturgia social para regodearse en una mesa camilla con castañas calientes. O cuando Calderón finalizaba "La vida es sueño" no era otra cosa que afirmar que cada cual se instala en su realidad, si bien en este caso hay otros componentes que no vienen al caso.
En los últimos minutos he experimentado dos pequeñas satisfacciones (para no abusar del término "placer") cómo encontrar un banquito al Sol o gozar de la escucha del silencio en un templo vacío. Una escucha incompleta porque siempre me acompaña un silbido de fondo que espero sea común al resto de los mortales.
En definitiva y enlazando con el texto bíblico: sí, cada uno cree o estima que su "camino" es correcto, que hace o piensa lo que "debe" hacer o pensar, ya que aunque no pueda formular el anterior razonamiento, intuye que todo el mundo hace lo mismo: buscar el máximo de satisfacción.
Perdón por el rollo y ando súbito a por algo caliente..y ríase la gente (que vaya rasca)

Estimado rana, ya que te veo filosófico, me lanzo a comentar tu comentario: aquello a lo que tiende el hombre lo llama la filosofía apetito, es decir, aquel objeto que es entendido como un bien. El apetito puede ser material (porque, efectivamente, procura placer carnal, como un arròs al forn en su punto o una fragancia), pero también espiritual (goce espiritual, como por ejemplo el arte o las matemáticas, o como escuchar una melodía o gozar de un buen partido de futbol), aunque en nuestra sociedad actual este último esté muy devaluado, y nos hayamos animalizado bastante al respecto de los apetitos.

Un apetito en sí, como expresión de tendencia irracional, puede ser bueno o malo. Dios nos dio la razón para analizar dicho apetito y si el bien que busca va en la misma dirección del gran Bien al que debe aspirar el ser humano, o por contra, es un bien torpe que en realidad nos aleja del gran Bien. Ese Gran Bien tiene varios padres: Platón lo llamaría la virtud, Aristóteles la felicidad, y Santo Tomás la Beatitud (santidad) de Dios. es decir, que el apetito se juzga éticamente en función del fin último que persigue (como buen ex-dominico, sé que entiendes perfectamente esto).

Es ese análisis de la razón, y sus conclusiones, que lo pueden llevar a estimular, a moderar o incluso a reprimir un apetito. En ese sentido no hay "extremos", sino juicios morales sobre cada apetito: la inclinación sexual hacia personas sexualmente inmaduras es desordenada de por sí, puesto que un menor no está sexualmente preparado, ni tiene madurez para ello, lógicamente (y su práctica, por tanto, gravemente desordenada), y una razón rectamente formada debe reprimirlo desde el inicio. Las disciplinas pueden o no ser proporcionadas según el fin que busquen, esto es, la penitencia, y si realmente contribuyen a ese fin y lo hacen en la proporción justa, pues en este caso sí que un exceso de penitencia puede ser tan malo como su defecto, ya que demasiada penitencia está cayendo en la negación de la misericordia de Dios (parece que haya que pagar la factura exactamente por el "gasto" hecho, y eso no es la lógica de Jesucristo).

En realidad la clave hoy en día está en dos aspectos:
1- Que la razón humana esté rectamente formada, o por decirlo en otras palabras, que su código ético sea objetivo y estable, y la voluntad procure responder ante él. Sin embargo, mucha gente tiene una regla ética voluble, o dependiente de modas ajenas. En resumen, que la ética se adapte finalmente a los intereses del sujeto, olvidando la repercusión que tiene en otros.
2- Que, como propone el existencialismo, hoy triunfante en la "filosofía" (por llamarlo de laguna manera) posmoderna occidental, el apetito suponga la manifestación más genuina de la autenticidad del yo de cada persona. Eso supone, en pocas palabras, que el papel de la razón se reduce a ayudar a dar cauce a ese apetito de la forma más conveniente, olvidando cualquier regla ética superior, que debe plegarse ante la "autenticidad" humana. Esto nos lleva, nos está llevando, al irracionalismo (lo cual se ve en el modo tan arrollador en que el sentimentalismo juzga hoy en día casi cualquier situación).

Un saludo.