África
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has estado en Gambia?
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Y Guinea Ecuatorial?
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No seas cotilla.
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China desde hace muchos años practica un tipo de trueque con muchos países africanos: a cambio de materias primas en ingente cantidad, las empresas chinas construyen infraestructuras en aquel continente, amén de exportar sus productos. Tiene varias ventajas: una, que al no estar sujetas al mercado, es probable que las materias primas le salgan más baratas a los chinos. En segundo lugar, aunque el tasado del intercambio se haga en dólares, la realidad es que no circula ni uno, todo es trueque, con lo cual la reserva federal de EEUU no puede controlarlos. En tercer lugar das campo de trabajo y salida a las empresas y profesionales chinos (a los que paga el gobierno chino), para que puedan proseguir su expansión y beneficios.
Eso sí, las infraestructuras chinas son más o menos como el resto de sus productos: de poca calidad. Pero claro, en un continente donde las infraestructuras brillan por su ausencia, vale más eso que nada. Y si encima no tienes que endeudarte con los vampiros financieros internacionales, pues mejor.Es un tipo de expansión muy original, que a nadie se le había ocurrido, y que revela el ingenio de los chinos.
Hay algo inquietante en la conclusión, rana: los regímenes autoritarios son más eficaces…
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China desde hace muchos años practica un tipo de trueque con muchos países africanos: a cambio de materias primas en ingente cantidad, las empresas chinas construyen infraestructuras en aquel continente, amén de exportar sus productos. Tiene varias ventajas: una, que al no estar sujetas al mercado, es probable que las materias primas le salgan más baratas a los chinos. En segundo lugar, aunque el tasado del intercambio se haga en dólares, la realidad es que no circula ni uno, todo es trueque, con lo cual la reserva federal de EEUU no puede controlarlos. En tercer lugar das campo de trabajo y salida a las empresas y profesionales chinos (a los que paga el gobierno chino), para que puedan proseguir su expansión y beneficios.
Eso sí, las infraestructuras chinas son más o menos como el resto de sus productos: de poca calidad. Pero claro, en un continente donde las infraestructuras brillan por su ausencia, vale más eso que nada. Y si encima no tienes que endeudarte con los vampiros financieros internacionales, pues mejor.Es un tipo de expansión muy original, que a nadie se le había ocurrido, y que revela el ingenio de los chinos.
Hay algo inquietante en la conclusión, rana: los regímenes autoritarios son más eficaces…
Es una pregunta o una afirmación?
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@rana baileys:
Hay algo inquietante en la conclusión, rana: los regímenes autoritarios son más eficaces…
Es una pregunta o una afirmación?
Es una inquietante duda. La realidad es que el despegue económico chino, su prosperidad (y su desigualdad, de la que poco se habla, por ejemplo entre las ciudades y el campo) en tan poco tiempo, hubiese sido imposible sin un gobierno fuerte y autoritario, que fuese capaz de cepillarse derechos políticos en aras a una planificación a largo plazo.
No sé. ¿Es una casualidad? ¿O una causalidad?
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Sin duda una causalidad. No creo en las casualidades, todo ocurre por alguna razón, y más en estos temas.
El régimen chino es el gran fraude de la historia dentro del movimiento comunista.
No sólo hay inmensas desigualdades entre el campo y la ciudad. Ocurre en toda la sociedad.
El autoritarismo en sí mismo no es ni bueno ni malo. Puede ser positivo (hay que diferenciar previamente autoritarismo y dictadura) si se lleva cabo para consolidar una revolución frente a enemigos externos e internos. Y siempre que no conlleve la violación de los derechos fundamentales de las personas, como el derecho a la vida.
Lo de China es autoritarismo que hace mucho degeneró en dictadura.
Una dictadura implacable, al servicio del capital, y de una élite corrupta y endogámica que gobierna el país. O sea, todo lo contrario a lo que yo entiendo como un régimen socialista.
Allí no existe nada parecido a la libertad, y creo que es la nación que más penas de muerte decreta y ejecuta. En términos absolutos. En relativos, no lo sé.
Y su política internacional va en consonancia con la praxis interna. Lejos de "exportar " la revolución, exportan la explotación de recursos y el apoyo a regímenes dictatoriales y asesinos.Y lo más sangrante es que esa dictadura es aplaudida y coreada por el llamado mundo occidental. Todo por la pasta. Los principios bien guardados en un cajón. Ése es nuestro mundo.
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Últimas noticias de Somalia:
"El Gobierno Autónomo de Puntlandia le declara la guerra al Gobierno Secesionista de Somalilandia."
Si no fuera tan grave y tan triste, parecería un chiste.
No os molestéis, esto no sale en los medios.
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La rana que va….
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A modo de información.
Leopoldo II, rey de Bélgica, un genocida al que se le atribuyen 10 millones de muertos en Congo, de forma brutal, inhumana.
Un genocida que sigue siendo honrado con una estatua en el centro de Bruselas.Las imágenes son duras.
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Hoy se cumplen 31 años del asesinato del líder revolucionario africano Thomas Sankara a manos de su "amigo" y compañero, Blaise Compaoré. Sankara lideró Burkina Faso de 1983 a 1987, destacando por su fuerte oposición al pago de la deuda y los avances en los derechos de la mujer.
Al llegar al poder, decidió vender toda la flota de Mercedes del gobierno e hizo del Renault 5 el coche oficial de los ministros. Asimismo, convirtió un depósito de provisiones del ejército de la capital en un supermercado del Estado para todo el pueblo (el 1º del país).
Igualmente, mantuvo un salario bajo de 450$ y rechazó utilizar el aire acondicionado en su oficina, argumentado que esos lujos no eran accesibles a todo el pueblo. En definitiva, exigió al resto de miembros del gobierno el mismo modo de vida austero que se aplicaba a sí mismo.
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Gracias rana, estas cosas le devuelven a uno la fe y el pesimismo a partes iguales pero siempre está bien para quedarse con la primera.
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A ver qué opináis sobre la tesis de este antropólogo al que entrevistan en el diario "El Mundo" hace un par de días
Stephen Smith: "En 30 años habrá 150 millones de africanos en Europa"
El antropólogo Stephen Smith avisa: "A más ayuda al desarrollo, un número cada vez mayor de africanos tendrá los medios para abandonar África". A España podrían llegar 9 millones en 20 años
Stephen Smith (1956, Connecticut) es uno de los mayores expertos mundiales en África. Ha sido durante varios años corresponsal en África occidental y central de la agencia France Press y de Reuters, ha dirigido la sección de África de periódicos como Libération y Le Monde, ha sido analista de la Organización de las Naciones Unidas para temas africanos y, desde 2007, imparte clases de Estudios Africanos en la Universidad estadounidense de Duke.
La tesis que expone en el libro La huida hacia Europa es sencilla. Mientras Europa envejece y se despuebla, África crece y rebosa de jóvenes: un 40% de sus habitantes tiene hoy menos de 15 años. A esa explosión demográfica se suma que, por fin, el continente comienza a salir de la pobreza absoluta, lo que significa que cada vez más personas disponen de los medios económicos necesarios para sufragarse el viaje hacia Europa en busca de un futuro mejor.
Todo desembocará en una oleada masiva de inmigrantes africanos hacia Europa que hará que dentro 30 años en el Viejo Continente se cuenten entre 150 y 200 millones de africanos, frente a los nueve que hay hoy. Sólo a España se calcula podrían llegar nueve millones de subsaharianos en los próximos 20 años.
África, especialmente el África subsahariana, está experimentando un crecimiento demográfico históricamente sin precedentes. ¿A qué se debe?
En la década de 1930, la población de África era de unos 150 millones de personas, una cifra muy baja en un continente históricamente subpoblado y con un tamaño equivalente a más de seis veces Europa. Gracias a la mejora de la higiene y la atención médica, la población de África ha aumentado a 1.300 millones y alcanzará los 2.400 millones de habitantes en el año 2050. Como resultado de la rápida rotación generacional -la mitad de la población es «reemplazada» cada 18 años por los recién nacidos- hoy cuatro de cada 10 africanos son menores de 15 años.
Usted pronostica que muchos de esos menores emigrarán a Europa en los próximos años. ¿Por qué?
El que el 40% de los africanos actuales sean niños será uno de los principales impulsores de esa emigración. África es un continente donde el «principio de ancianidad» aún prevalece, donde a los ancianos se les concede inmediatamente prestigio, autoridad y riqueza, especialmente a los ancianos hombres. Los jóvenes tratan de escapar de ese gobierno patriarcal, de esa gerontocracia, y de buscar mejores oportunidades de vida en el extranjero. En conjunto, el rápido crecimiento demográfico y la excepcional juventud del continente africano provocarán una migración masiva a Europa tan pronto como más africanos tengan los medios necesarios para hacer las maletas y salir.
Porque usted afirma que, en contra de lo que pensamos, los africanos que emigran a Europa no son los «pobres entre los pobres» sino personas con ciertos medios económicos para poder sufragarse el viaje...
Estamos atrapados en tres clichés. Creemos que «los más pobres de los pobres» huyen de un continente que es un «infierno» para comenzar una nueva vida en el «paraíso» europeo. Pero para viajar a Europa, dependiendo por supuesto del punto de partida desde el sur del Sahara, se necesitan al menos 2.500 euros, más que la renta per cápita media de muchos países subsaharianos. Así que no son los más pobres sino los miembros de la emergente clase media africana los que emigran, los mejor educados. A excepción de aquellos países en crisis existencial como Somalia o Sudán del Sur, la mayoría de los migrantes dan la espalda a los estados en los que depositamos nuestras esperanzas de un futuro mejor en África: Senegal, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria, Kenia, Sudáfrica... Para ellos, Europa es el mejor lugar al que ir no solo porque es la isla de prosperidad más cercana, sino también porque es la capital mundial de la seguridad social: la mitad de los fondos invertidos a nivel mundial en salud, educación y jubilación se gastan en Europa. Pero su riqueza no convierte a Europa automáticamente en un paraíso para los migrantes africanos, como lo demuestran las dificultades de la integración. El malestar de la segunda generación, aquellos nacidos en suelo europeo, debería alertarnos sobre el hecho de que la integración no es simplemente una cuestión de ingresos. Es el esfuerzo mutuo el que convierte a los extranjeros en vecinos y, eventualmente, en compañeros. Los ciudadanos requieren más que dinero. Es como el desarrollo: no es suficiente dar dinero a países en vías de desarrollo para que se desarrollen.
Usted considera que la ayuda al desarrollo es un modo de subvencionar la inmigración, ¿no?
A corto plazo, y en el supuesto cuestionable de que la ayuda externa ayude realmente a los países en vías de desarrollo a desarrollarse, cuántos más africanos salgan de la pobreza absoluta más emigrantes potenciales habrá, ya que un número cada vez mayor de africanos tendrá los medios económicos para poder abandonar su continente. ¿Es esta una buena razón para no ayudar a África a ser más próspera? Ciertamente no. A largo plazo, una África verdaderamente próspera, que pueda satisfacer las necesidades de sus habitantes, nos interesa a todos.
En la actualidad hay alrededor de nueve millones de africanos en Europa. Según sus predicciones en 2050 podrían llegar a ser entre 150 y 200 millones. ¿No está siendo alarmista?
No, eso es lo último que querría ser. Pero para explorar las incertidumbres del futuro solo se puede partir de lo que se conoce, es decir, de los precedentes históricos. Uno de los muchos precedentes históricos que analizo en mi libro es el de la inmigración mexicana a Estados Unidos entre 1975 y 2014: doce millones de mexicanos entraron, junto con sus hijos, en Estados Unidos, creciendo hasta convertirse en una comunidad mexicano-americana de 30 millones, es decir, algo menos del 10% de la población de EEUU. Si África alcanzara ahora un nivel de desarrollo comparable al de México en 1975, entonces deberíamos esperar un flujo hacia Europa que desembocaría en unos 150 millones de afro-europeos en los próximos 30 años.
La población europea está envejeciendo. ¿Puede la llegada de esos millones de jóvenes africanos ayudar a sostener por ejemplo el sistema de pensiones de jubilación?
No creo que los jóvenes africanos puedan, ni deban, ser «combustible de jubilación» del Viejo Continente. En primer lugar no sólo son homines economici, sino personas reales en busca de una prosperidad no sólo material. Su bienestar no se garantiza con un cheque. Y en segundo lugar, esos jóvenes africanos no pueden corregir el envejecimiento de los sistemas de seguridad social de Europa porque el índice de dependencia -la proporción entre contribuyentes y beneficiarios- no mejorará a causa de su presencia: por cada trabajador africano que contribuya al sistema habrá que contar también a sus hijos (generalmente son familias más numerosas que la media europea) y quienes tendrán legítimamente derecho a la educación y la sanidad públicas. Hablar de la inmigración como una «necesidad demográfica» es una falsedad, una estúpida falsedad: no se «reemplaza» a un europeo por un africano quien, a su vez, no se convierte en europeo por el mero hecho de poner el pie en el continente europeo. La inmigración debe ser concebida como una oportunidad tanto para el migrante como para quien le acoge.
Otra de sus afirmaciones más controvertidas es que cuanto menos integrados están en Europa los inmigrantes africanos, más favorecen la llegada de nuevos inmigrantes. ¿Cómo y por qué lo asegura?
Las comunidades diaspóricas -es decir, los inmigrantes en Europa que quieren preservar su estilo tradicional de vida- constituyen «mostradores de bienvenida» para los recién llegados que también quieren vivir en Europa como vivían en su país de origen. Aquí funciona una lógica negativa: cuanto menos integrada está una comunidad de inmigrantes, más atractiva resulta para los nuevos inmigrantes que no se quieren integrar.
El cambio climático y el calentamiento global, ¿puede tener algún efecto en esa inmigración masiva desde África hacia Europa que usted predice para los próximos años?
Sí, pero como cualquier otra catástrofe natural o desastre político es algo impredecible, así que no he tenido en cuenta el cambio climático. Por el momento, es algo incuantificable. No se puede predecir con ningún tipo de certeza cuanta gente podría abandonar el continente a causa del avance de la desertificación o del aumento del nivel del mar.
Asistimos en toda Europa al auge de movimientos nacionalistas y de extrema derecha que prometen convertir al Viejo Continente en una «fortaleza» infranqueable para los inmigrantes. ¿Es eso posible?
Efectivamente, Europa ya ha bloqueado a tres millones de refugiados de Oriente Medio en Turquía, y al menos a 600.000 inmigrantes subsaharianos en Libia. Se han levantado verjas en muchos lugares y se han firmado muchas «convenciones de inmigración» -acuerdos para pagar por la retención de inmigrantes- con varios estados africanos. Así que sí, se pueden reforzar las fronteras pero sólo hasta un límite. El límite es tanto ético como práctico. Europa no será capaz, ni desde el punto de vista ético ni desde el punto de vista práctico, de contener un flujo migratorio sostenido desde África al nivel que está previsto que ocurra cuando una masa crítica de africanos escape de la pobreza absoluta.
En su libro usted elogia el «modelo español» de inmigración de los últimos años, que en su opinión ha consistido en hacer un poco de todo sin pasarse y que ha logrado que no hubiera estallidos de xenofobia que beneficiaran a partidos extremistas. ¿La irrupción de Vox no le contradice?
Vox revela los límites del «apañárselas como uno pueda», es decir, de los compromisos cotidianos pragmáticos entre la compasión y la represión. Yo no creo en un gran plan como respuesta al desafío migratorio entre África y Europa, sino más bien en la buena vecindad: uno no tiene por qué estar necesariamente entusiasmado con su vecino pero sabe que tiene que llevarse bien con él, así que dejas un margen para encontrar soluciones cuando tu vecino tiene problemas porque sabes que sus problemas también son tus problemas. Si ese es el «modelo español», todavía lo apoyo.
Hemos hablado de Europa pero, ¿qué efectos tendrá en África esa emigración masiva?
Le agradezco que me plantee esa pregunta. África está perdiendo de hecho a muchos de sus ciudadanos más dinámicos, más talentosos y mejor educados, quienes están dando la espalda a sus países porque allí no tienen esperanza en un futuro mejor. Europa no le hace un favor a África dándoles la bienvenida. El dinero que los migrantes envían a casa no desarrollará África -es una ayuda familiar, no una inversión productiva- y, lo que es más importante, no puede llenar el vacío que dejan esas personas dinámicas y educadas. La democracia no florece si no hay una clase media vibrante.https://www.elmundo.es/cronica/2019/04/07/5ca78b1721efa087788b461c.html
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@rana-baileys dijo en África:
A modo de información.
Leopoldo II, rey de Bélgica, un genocida al que se le atribuyen 10 millones de muertos en Congo, de forma brutal, inhumana.
Un genocida que sigue siendo honrado con una estatua en el centro de Bruselas.Las imágenes son duras.
Se me había pasado esto.
Llama la atención como este prototipo de capitalista inhumano, dispuesto de explotar a quien fuera a cambio de una cuenta de resultados positiva (léase la archiconocida "el corazón de las tinieblas"), siga siendo honrado en su país de origen, y en América vayan quitando estatuas de Colón por "genocida" (¿¿??).
No hay nada como tener una buena maquinaria de publicidad.
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Se cumple estos días un nuevo aniversario de la llegada del ser humano a la Luna. Aquella madrugada veraniega de 1969 estaba todo el mundo pendiente del tema.
Generalmente las emisiones televisivas se terminaban al filo de la medianoche, pero en esa fecha no fue así.
De forma inaudita TVE programó una peli de Rock Hudson. Vivir para ver. Y a una hora que no podría precisar, tras muchos prolegómenos y comentarios, se producía el momento histórico.
Al asomarse a la ventana se podía comprobar que nadie dormía porque era rara la casa que no tenía las luces prendidas. Y Valencia no era una excepción.
En esos días en el que todos mirábamos a la Luna, eran muy populares las series y películas, tanto infantiles como de adultos, en las que se nos dibujaba un futuro hipertecnológico. En años y décadas posteriores viviríamos en ciudades flotantes, los coches volarían, nos alimentaríamos con píldoras y todo sería muy fácil y cómodo.
Los ordenadores serían cada día más grandes y más potentes. Paradójicamente son cada vez más pequeños.
Y como cifra mágica se apuntaba al año 2000. Ya lo que viniera más tarde, pura fantasía.
Pero todo era un gran fraude. Sólo algunos aguafiestas decían que el único progreso era que ningún ser humano careciese de lo mínimo para subsistir. La igualdad era la revolución imprescindible porque las otras podían esperar. Pero nos entretenían con ensoñaciones futuristas.
Me pregunto qué pensarían aquellos ingenuos del 69 si comprobaran cómo es el mundo en el hiperfuturista año 2022. Quizá llegaran a la conclusión correcta: el ser humano ha fracasado rotundamente como especie y civilización.
El vídeo que sugiero para ilustrar es de un canal francés que repasa la realidad de esos inframundos en los que vive la mayoría de la raza humana. Recomiendo su visionado.
Dado que este post va sobre África, también lo es el del país: Madagascar. Hay otros muchos como Nigeria, Senegal, Camerún, Congo..y también de otros continentes como Filipinas, Pakistán, Perú, Nepal, Haití, etc.
Es cierto que hay muchos vídeos y canales que tratan estos temas, pero éste creo que merece mención especial