Celebrar la Reforma, una fiesta de la esperanza”
Alex Sampedro, Jorge Fernández y Jesús Londoño avanzan el programa de conmemoraciones del 500 Aniversario de la Reforma.
El tercer programa de Hacedores de Historia repasa las actividades que se planifican para el próximo año del 11 al 16 de julio en Madrid, que se convertirá durante una semana en el epicentro de la celebración evangélica de lo 500 años de la reforma protestante.
En el espacio conducido por Pilar Peña y Juan Carlos Escobar se presentan algunas de las principales actividades que tendrán lugar en esa fecha, entre ellas el VIII Congreso Evangélico, la Fiesta de la Esperanza o el campamento urbano 15J: Los llamados afuera.
UN MOTIVO PARA CELEBRAR
Participa en el programa el compositor Alex Sampedro, que destaca que el motivo de la celebración es “el redescubrimiento del mensaje de Jesús”. “Somos herederos de lo que ocurrió entonces. Ahora nos juntaremos para conmemorarlo y queremos hacerlo visible en nuestro país, donde se silenció”, añade Sampedro, que es uno de los organizadores del campamento urbano.
Esta actividad, con el nombre de “15J Los Llamados Afuera” pretende convocar en Madrid del 11 al 15 de julio a “miles de jóvenes evangélicos”, en un esfuerzo evangelístico, artístico y de obra social que invadirá las calles de la ciudad, explica Sampedro. “La esencia de la iglesia es que somos llamados afuera, a salir de las cuatro paredes. Dios nos ha ayudado para ayudar a otros.”, apunta, animando a reservar la fecha.
EL IMPACTO DE LA REFORMA
Jorge Fernández es otro de los invitados. El responsable de prensa y comunicación de Ferede explica el impacto de la Reforma en aspectos políticos y sociales. Y aunque en España “no hemos tenido esta experiencia histórica podemos celebrarla, porque la Reforma trasciende, afecta a todo el mundo”.
A ello agrega Jesús Londoño, misionólogo y director de SEPAL, que “lo que hace que Europa tenga identidad son los valores protestantes que dieron origen a una cosmovisión. En España, somos europeos, y lo que nos une con finlandeses o húngaros, son valores y principios que se desarrollaron a partir de la Reforma”.
Los tertulianos invitados explican a continuación cómo la reforma tuvo efectos en la cultura, las artes, las relaciones familiares… Toda la sociedad se vio afectada por “un movimiento que no fue religioso, sino mucho más profundo”, apuntan. En cuanto a las actividades, se apuntó a la celebración del VIII Congreso Evangélico, dirigido al liderazgo de las iglesias evangélicas, para reflexionar y trabajar en la “visión de futuro, hacia dónde queremos ir”, explicó Londoño.
Otra de las actividades será la Fiesta de la Esperanza, un evento que el 15 de julio convocará a miles de personas al aire libre para compartir el evangelio y disfrutar de actuaciones musicales y manifestaciones artísticas en torno al evangelio. “Es una oportunidad de unirnos en torno a algo que nos pertenece. Hay diversas sensibilidades con respecto a la Reforma; hay un énfasis a volver a las Escrituras, la frescura del evangelio. Pero podemos valorar la historia. Para conocernos a nosotros mismos debemos hacerlo”, anima Jorge Fernández.
OBJETIVOS DEL 500º ANIVERSARIO
El aniversario de la Reforma se está celebrando por toda Europa, y en España no es menos, donde en toda la geografía se están programando diversas actividades. Pero sobre todo hay dos objetivos, dice Alex Sampedro: “recordar quiénes somos, y hacernos visibles hoy”, porque como evangélicos “somos un colectivo que está aportando mucho a la sociedad y que en este aniversario podemos tener la oportunidad de seguir sirviendo”.
Para cerrar los actos de la semana especial en Madrid, se han programado dos cultos conmemorativos, que serán el día sábado y domingo, en el Palacio de los Deportes de Madrid. “Las reuniones serán una expresión de diversidad y multiculturalidad”, apunta Jesús Londoño, animando asimismo a los evangélicos a participar.
El 31 de octubre de 1517, víspera de la fiesta católica de Todos los Santos, Martín Lutero dio a conocer públicamente sus tesis, y el impacto fue tal que se señala esa fecha como el comienzo de la Reforma protestante.
Para unos, Lutero es el ogro que destruyó la unidad de “la” iglesia, la bestia salvaje que holló la viña del Señor, un monje renegado que se dedicó a destruir las bases de la vida monástica. Para otros, es el gran héroe que hizo que una vez más se predicara el evangelio puro de Jesús y la Biblia, el reformador de una iglesia corrupta.
Él cambió el curso de la historia al desafiar con valentía el poder del papado y del imperio, sosteniendo puntos de vista contrarios a la práctica y ordenanzas de la religión establecida, el catolicismo romano, por considerarlas contrarias al contenido de la Biblia.
La principal doctrina evangélica que Lutero alzó contra el sistema ritualista de penitencias fue que la salvación es por gracia solamente, no por obras. La chispa que movió al monje vino probablemente en 1515, cuando Lutero empezó a dar conferencias sobre la Epístola a los Romanos, pues él mismo dijo después que fue en el primer capítulo de esa epístola donde encontró la respuesta a sus dificultades.
LARGA LUCHA
Esa respuesta no vino fácilmente. No fue sencillamente que un buen día Lutero abriera la Biblia en el primer capítulo de Romanos, y descubriera allí que “el justo por la fe vivirá”. Según él mismo cuenta, el gran descubrimiento fue precedido por una larga lucha y una amarga angustia, pues Romanos 1:17 empieza diciendo que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”. Según este texto, el evangelio es revelación de la justicia de Dios.
Estuvo meditando de día y de noche para comprender la relación entre las dos partes del versículo que, tras afirmar que “en el evangelio la justicia de Dios se revela”, concluye diciendo que "el justo por la fe vivirá".
La respuesta que encontró Lutero fue sorprendente. La “justicia de Dios” no se refiere en la carta a los Romanos, como piensa la teología tradicional, al hecho de que Dios castigue a los pecadores. Se refiere más bien a que la “justicia” del justo no es obra suya, sino que es don de Dios. La “justicia de Dios” es la que tiene quien vive por la fe, no porque sea en sí mismo justo, o porque cumpla las exigencias de la justicia divina, sino porque Dios le da este don. La “justificación por la fe” no quiere decir que la fe sea una obra más sutil que las obras buenas, y que Dios nos pague esa obra. Quiere decir más bien que tanto la fe como la justificación del pecador son obra de Dios, don gratuito.
En consecuencia, continúa comentando Lutero acerca de su descubrimiento, “sentí que había nacido de nuevo y que las puertas del paraíso me habían sido franqueadas. Las Escrituras todas cobraron un nuevo sentido. Y a partir de entonces la frase ‘la justicia de Dios‘ no me llenó más de odio, sino que se me tornó indeciblemente dulce en virtud de un gran amor”.
Lutero, mucho más que un biopic llevado a la gran pantalla, es un drama de acción que transcurre en una de las épocas más revolucionarias de la historia (el paso de la Edad Media al Renacimiento) y muestra como las creencias de un solo hombre pueden cambiar el mundo. Lutero, que cautivadoramente crea el malestar religioso y político y las sacudidas cívicas de la época, es un testamento del poder de la un hombre para reinventar la historia.
PRUDENTE Y RESERVADO
Lutero parece haber sido un hombre relativamente reservado, dedicado a sus estudios y a su vida espiritual. Su gran descubrimiento, aunque le trajo una nueva comprensión del evangelio, no lo llevó de inmediato a protestar contra el modo en que la Iglesia católica entendía la fe cristiana. Al contrario, nuestro monje continuó dedicado a sus labores docentes y pastorales y, si bien hay indicios de que enseñó su nueva teología, no pretendió contraponerla a la que enseñaba el catolicismo.
Cuando por fin decidió que había llegado el momento de lanzar su gran reto, compuso noventa y cinco tesis, que debían servir de base para un debate académico. En ellas, Lutero atacaba varios de los principios fundamentales de la teología escolástica, y por tanto esperaba que la publicación de esas tesis, y el debate consiguiente, serían una oportunidad de darle a conocer su descubrimiento al resto de la Iglesia.
CONTRA EL LUCRO
La controversia fue mayor de lo que Lutero se proponía. Lo que había sucedido era que, al atacar la venta de las indulgencias de Juan Teztel en Alemania, Lutero se había atrevido, aún sin saberlo, a oponerse al lucro y los designios de varios personajes mucho más poderosos que él.
Según Lutero, si es verdad que el Papa tiene poder para sacar las almas del purgatorio, ha de utilizar ese poder, no por razones tan triviales como la necesidad de fondos para construir una iglesia, sino sencillamente por amor, y ha de hacerlo gratuitamente (Tesis 82). Pero aunque muchos abrigaban tales sentimientos, nadie protestaba, y la venta continuaba.
LAS 95 TESIS
Lutero clavó sus famosas noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Esas tesis, escritas en latín, no tenían el propósito de crear una conmoción religiosa. Lutero dio a conocer sus tesis la víspera de la fiesta de Todos los Santos, y su impacto fue tal que frecuentemente se señala esa fecha, el 31 de octubre de 1517, como el comienzo de la Reforma protestante y la reafirmación de que la Palabra de Dios es el punto de partida y la autoridad final de la Iglesia y de toda teología.
La mayoría de historiadores conviene en que Lutero remitió sus tesis al Arzobispo de Maguncia, al Papa, a algunos amigos y a otras universidades en esa fecha. Con todo, las tesis fueron impresas muy pronto, y antes de 1518 habían sido extensamente leídas por toda Europa.
REACCIÓN Y CISMA
Su impacto sorprendió al propio Lutero. Las autoridades religiosas vacilaron, sin embargo, en condenar a Lutero. Este último continuará discutiendo con teólogos partidarios de las doctrinas de Roma, por ejemplo, con Johann Eck en la famosa disputa de Leipzig de 1519.
Las 95 tesis son finalmente condenadas definitivamente el 15 de junio de 1520 por la bula Exsurge Domine del papa León X. Lutero, entonces abiertamente en conflicto con la Iglesia católica, es excomulgado a principios del año siguiente.
El Papa León X exigió que Lutero se retractara por lo menos de 41 de sus tesis, pero el monje alemán, ya famoso en toda Europa, rechazó esta exigencia públicamente en la Dieta de Worms de 1521 jugándose la vida. Era el paso definitivo para lo que luego sería la reforma protestante.