@gimnastico_1909:
Estimado rana, aquí vamos a tener otra fraternal discrepancia. Parafraseando a Gandhi, no hay camino para el amor perfecto; el amor perfecto es el camino. Lo que Cristo enseña y Pablo recuerda no es una cosa que veremos en un futuro maravilloso si Dios quiere, y mientras tanto "vamos a apañarnos como podamos aquí y ahora". Al contrario, el reino de los Cielos es precisamente ese amor. Y cada vez que lo conseguimos, lo hacemos presente. Y cuando muchos lo hacen, se hace muy real (así entenderás porqué en tu querido Silos te parece estar transportado a un lugar sobrenatural; no son los claustros, si no los monjes, esforzándose todos a la vez por llevar a cabo ese amor perfecto).
Imagínate en la Jerusalén Celeste como será, cuando todo ese amor sea, esta vez sí, perfecto y sin mancha.
El hombre de hoy en día no es que no entienda a Cristo, sino que sencillamente no cree en lo sobrenatural, en lo divino, en el misterio. Solo cree en lo que ve, y está persuadido de que todo el universo viene de la nada y el azar. Ha expulsado a Dios de su vida radicalmente. Es un hombre cartesiano, de materia y sueño, donde el alma no es más que un recurso literario, y se iguala la espiritualidad a la irracional (y ahí lo vemos, adorando ideologías y naciones). A ese hombre no hay que hablarle de forma desacralizada, muy al contrario, hay que hablarle de lo sagrado, porque es lo que le falta, es lo que en el fondo de su corazón anhela, aunque no lo sepa.
De acuerdo en adecuar el lenguaje a los tiempos; en desacuerdo en adecuar la enseñanza a los tiempos, porque son tiempos sin Dios.
Un abrazo, amigo, y bendiciones.
PD: muy bien por hablar a ese lector desconocido.
Querido gim, seguimos discrepando fraternalmente. Lo que a mí me cautiva, y supongo que a más personas, no son los monjes "esforzándose por llevar a cabo ese amor perfecto".
Es una cuestión sensual, es decir, de los sentidos corporales, el oído, la vista, el olfato y el tacto.
Entrar en ese templo, con un olor único y que los monjes se niegan a desvelar su origen, es algo grandioso. Ninguna otra iglesia huele igual. Y ver ese cristo yacente en la semipenumbra, escuchando el silencio que te transporta.
Ver a los monjes (aquí luego introduciré una afirmación conceptual) salir uno a uno, con una completa reverencia al altar, y colocarse en su asiento. Oír ese canto gregoriano único donde los haya. Percibir el aroma del incienso, con esa luz zenital, ver y tocar piedras milenarias…son experiencias sensuales que te hacen, como bien dices, enlazar con lo sobrenatural.
Los monjes no. Ya tengo la experiencia de vida religiosa, pero uno siempre piensa que los contemplativos son otra cosa. Pues no lo son.
Es lo que tiene estar años en un pueblo pequeño, que hablas con los habitantes y te cuentan cuestiones muy poco edificantes de fulano y mengano. Y sabes que tal es una mala persona, que cual tiene sus debilidades, que otro es un pecador empedernido, que otro con el que has hablado tiene una actitud extraña...
La vida consagrada exige un equilibrio psicológico muy grande. La contemplativa mucho más. Y eso está al alcance de muy pocos.
Yo veo "al monje" en su concepción romántica e idealizada, cuando están cantando y orando en el coro, no a "los monjes" como son. Porque en ese caso me iría del templo al cabo de un minuto. Y esto es contradictorio con el nominalistas vital que profeso. Pero el caso merece con creces hacer esa excepción.
No se esfuerzan en ese amor perfecto, o no al menos como se podría esforzar cualquiera de nosotros o esa ancianita que está de rodillas en la capilla de cualquier iglesia.
Y lo malo es que esto que he contado, puede alejar, y de hecho lo hace, de la iglesia y de la fe a mucha gente. A mí evidentemente no, pero yo juego con ventaja.
Y vamos con otra cosa. Si el amor perfecto es el camino, entonces no hay camino. No hay ni puede haber un amor perfecto, salvo el que Dios profesa por sus criaturas. Éstas son incapaces siquiera de acercarse a ello.
Cuando Jesús dice "yo soy el camino, la verdad y la vida" se refiere a su imitación, una burda imitación hasta para Kempis. El "camino de perfección" es un partir desde una posición muy baja a sabiendas de que en el mejor de los casos podremos acercarnos a un punto en el que poder percibir esa perfección sin llegar a alcanzarla nunca.
En el camino que Cristo nos invitó a seguir, estamos la inmensa mayoría en el borde, fatigados, desanimados porque no vemos la meta o resignados en querer llegar a donde nunca lo haremos, al menos en la vida terrenal.
Y para no alargarme en exceso, acabo con el lenguaje. El Divino Maestro enseñaba la verdad recurriendo a parábolas para ser entendido en una sociedad dominada por el analfabetismo y la ignorancia, y en la que utilizar terminología teológica hubiera sido como echar semilla en la piedra.
Hoy la realidad es otra, y estoy en gran medida de acuerdo (no en todo) con la definición que has hecho.
Dices "De acuerdo en adecuar el lenguaje a los tiempos; en desacuerdo en adecuar la enseñanza a los tiempos, porque son tiempos sin Dios."
Pues bien, no hay mensaje sin lenguaje. Y en eso quiero hacer hincapié. El mensaje cristiano es en esencia muy simple, y aquí hemos reproducido textos que van en esa dirección.
El mensaje no puede cambiar, eso nunca lo he dicho yo, lo debe hacer la forma de presentarlo, no tanto en los textos en sí, que están muy bien como están, sino en la homilética. Si hablas a alguien no iniciado de la Gracia, la Misericordia o términos semejantes, da igual el idioma que utilices: le sonará a chino.
Mejor hacerlo en conceptos que conozcan, como la fuerza, la empatía, la solidaridad, porque una buena comprensión es el primer paso. De los siguientes ya hay tiempo de hablar.
Eso no es cambiar, y mucho menos adulterar el mensaje, es vestirse con el ropaje del tiempo, que como dices puede que sea un tiempo sin Dios (habría que matizar esto) pero que justamente por ello, requiere otro tipo de comunicación.
Se puede hablar de un partido con términos comprensibles o se puede hacer un Nadal. Y salvo tipos raros como yo, con esa segunda opción, es posible que tras cada crónica se aborten tres granotas.
Perdón por esta última licencia al humor. Nunca está de más.
Un abrazo, mi buen amigo, extensible a foreros conocidos y desconocidos.