En primer lugar, felicitar a Kahn por la narración de unos hechos que dejan bien a las claras a qué situación ha llegado Pedro Villarroel.
Kahn representó el papel del aficionado que tiene la oportunidad de poder decirle a la cara, con educación supongo (aunque el tono en ocasiones se elevara por ambos bandos), lo que a cualquiera de nosotros le gustaría decirle al señor Pedro; pero no tenemos ocasión de entrevistarnos con él.
Villarroel actúo como cualquier persona en su situación emocional actuaría: rezumando ira (el dice odio). Pero no una ira cualquiera, sino la verdadera ira, aquella que no puedes controlar, aquella que te bloquea y no te permite ver las cosas más que desde esa óptica.
Yo, por ello, creo que debemos ser más comprensivos con Pedro Villarroel (yo mismo le he llamado rata bastantes veces), pues, al fin y al cabo, es una persona que está atravesando un trastorno emocional severo, que necesita ser tratado psicológicamente para que no se deteriore más.
Es cierto también que se le debería exigir como primera medida terapéutica que dejara de medrar , de influir, cuando no, de gobernar desde la sombra, ya que, como el mismo dice "odia al Levante y nos odia a nosotros".
Yo no le odio, aunque me encantaría que desapereciera del mapa levantinista. Que desaperecieran con él, los Julio Romero, Ruiz y compañía. Que dejasen a nuestro Levante definitivamente, porque si no, pronto será tarde, y su odio (cierto) no solo le autodestruirá, sino que nos destruirá algo que, para mi, no es lo más importante, pero es importante. Pero el desaparecerá de la faz de la tierra, pues cuando se consuma una venganza (eso es lo que está haciendo desde hace meses) su vida no tendrá sentido y morirá, ya que ha generado tal dependencia del Levante que no soportará el fin del Levante, como los psicópatas dependientes que se suicidan después de hacer daño a su víctima.
Y me gustaría que lo hiciese con elegancia. Aún está a tiempo. Pidiendo perdón por sus errores y diciendo la verdad (si todavía puede). Estoy seguro que muchos de nosotros le perdonaríamos. Otros no, claro está; pero eso no importa. Jamás hacemos las cosas a gusto de todos. Como este escrito mío. Seguro que a algunos les pareceré un "gilipollas" , pero otros, quizá me entenderán. No me importa en absoluto.
Termino, felicitando de nuevo a Kahn, a Regües, a Carlos Ayats y a tantos otros, muchos de ellos foreros, que, como yo queremos, sentimos muy dentro a nuestro Levante, y desearíamos ver un futuro más esperanzador del que ahora tenemos.
MACHO LLEVANT