Que manera de sufrir y también de disfrutar, en definitiva de vivir nuestro levantinismo, algo que el que no lo sienta no lo entenderá jamás. Ayer fue impresionante ver como todos nos abrazábamos en el Ciutat y muchos también lloraron (yo estuve a punto, aunque sí que estaba como es lógico muy emocionado), unas imágenes que siempre se quedarán guardadas en la retina por siempre, como los ascensos de Chapín o Lleida o el inesperado de 2010 en el Ciutat ante el Castellón. Gracias Papá por hacerme del Levante y gracias equipo por permitirnos seguir en la élite una temporada más.
El partido lo vimos casi todos así que no comentaré nada del mismo, al menos por ahora. Me alegra ver que al menos ahora tienen desfibriladores en el estadio (por lo menos en tribuna) porque nuestro equipo sigue siguiendo poco recomendable para cardíacos.