@rana-baileys dijo en Post para meditar:
Dios es el Ser. El Ser es Dios.
Toda la inconmensurable inmensidad del universo, sus trillones de cuerpos celestes y quienes los habitan forman parte de ese todo, por completo indefinible en su esencia, e igualmente en su existencia por su transmutación constante.
Por sus atributos de infinitud y eternidad, ajenos a la comprensión humana, es tarea estéril intentar concebir semejancia o definición, más allá de la señalada al comienzo.
Y más que estéril, aberrante es representarlo como si de forma humana se tratase.
Quién lo hiciere y quien lo contemplare caería en un desdén del Ser.
Todo está en Él, nada fuera. Porque no puede existir ser al margen del Ser.
Toda la belleza y grandiosidad del Universo es su belleza y grandiosidad.
Por tanto la naturaleza humana forma parte del Ser, y con Él se comunica.
Estimado rana, tu definición, estrictamente tomada, es panteismo. Todo el universo es creación, que participa de algún modo de la divinidad, pero no comparte su naturaleza. Es obra de la divinidad, no sustancia. Es objeto, no parte del sujeto. En el caso del hombre, hecho “a su imagen y semejanza “, pero no de su naturaleza, porque si así fuera, el Hijo De Dios no hubiese necesitado encarnarse.
Cierto es que el hombre ha sido dotado con alma, que es soplo divino, cierto es que consumir la eucaristía es incorporar algo divino en nosotros, cierto es que las gracias son operaciones divinas en el hombre, cierto es que en la Jerusalén celeste veremos, si Él quiere, a Dios cara a cara, pero nada de eso nos confiere naturaleza divina.
La naturaleza humana fue creada buena, pero por el pecado original (la soberbia, querer ser como Dios) tiende al mal. Por tanto, por sí misma no comparte la sustancia divina que es instrinsecamente buena. Sí existe algo al margen de Dios: su negación por los seres libres. O sea, el mal.
Afirmar que la naturaleza humana per se, sin la gracia, es como la divina, es caer en el “querer ser como Dios”, o sea la soberbia, o sea el pecado original. O sea, la caída al mal.
Un abrazo, mi querido dominico.