**_Llevaba un rato así cuando oí una poderosa detonación procedente de mi propio organismo y salí disparado de mi cabalgadura con tal violencia que fui a caer a unos veinte pasos del animal, el cual, presa del espanto, partió al galope dejándome maltrecho e inconsciente.
No sé cuánto tiempo estuve así, hasta que desperté y me vi rodeado de un numeroso grupo de árabes que me miraban con extrañeza, los unos a otros quién podía ser aquel indivíduo y cómo podía haber llegado allí por sus propios medios. Con un hilo de voz les dije que era un ciudadano romano, de familia patricia y de nombre Pomponio Flato, y que de resultas de una ligera indisposición me había caído del caballo.
Habiendo escuchado atentamente mi relato, deliberaron un rato sobre cómo proceder, hasta que uno dijo:
Propongo que le robemos lo que todavía lleva encima, que le demos por el culo reiteradamente y que luego le cortemos la cabeza la cabeza como suele hacer con los viajeros nuestra pérfida raza.
Pues yo propongo- dice otro- que le demos agua y alimentos, lo subamos a un camello y lo llevemos con nosotros hasta encontrar quien pueda curarle y hacerse cargo de él.
-Bueno- dicen los demás con voluble facundia.
Tras lo cual….._**
(Fragment de " El asombroso viaje de Pomponio Flato)