@rana-baileys Valencia es una ciudad antigua, ya obispado en tiempos de los romanos (Valentia edetanorum), pero no tuvo verdaderamente importancia hasta después de la caída del califato de Córdoba, cuando en tiempos de los reinos de taifas Balansiya se convirtió en la ciudad más poblada e importante entre Barcelona y Granada. Jaime I ambicionó su conquista (adjudicada a Aragón en los tratados de Almizra y Cazola), y tras varias campañas (declaradas como cruzada por el papa) y un largo asedio de cerca de un año, obtuvo su rendición el 28 de septiembre de 1238, cuando el emir moro no recibió la ayuda prometida por el rey de Túnez, cuyas galeras no pudieron burlar la vigilancia de las naos catalanas.
La señal de la rendición definitiva sería el izado del pendón del rey de Aragón (cuya enseña eran palos rojos sobre fondo de oro, y por cierto, no fueron 4 hasta el reinado de Pedro IV el Ceremonioso (1336-1387) cuando se estandarizó, así que pudieron ser 2, 3 y hasta 6 se han contado en algunos documentos) sobre la torre de la ciudad situada donde ahora esta la iglesia del Temple. Estaba en ese momento abrevando a su caballo don Jaime, según relata en su crónica, y al ver su enseña en la torre de Valencia se arrodilló y dio gracias a la Virgen María, de la cual era muy devoto.
Con una escolta escogida de nobles y caballeros, el monarca hizo su entrada ese mismo día 9 de octubre, y su primer acto fue dirigirse a la mezquita mayor (situada sobre una basílica cristiana visigoda previa) y un obispo la consagró en católico. Se celebró una solemne acción de gracias (Te Deum) y de esa forma simbólica terminó la Balansiya musulmana para comenzar la Valencia cristiana.
A diferencia de lo que ocurrió en el campo, los moros urbanitas prefirieron en su mayoría abandonar la ciudad con sus bienes muebles, como les permitía el tratado de capitulación, e inmediatamente el rey se puso a repartir casas, talleres y haciendas entre todos los caballeros, nobles y miembros de las órdenes militares que le habían acompañado bajo esa promesa.
Antes del fin de 1238, es decir, pocas semanas después, reunió a una especie de embrión de Cortes y promulgó las primeras Costums del Regne de Valéncia, antepasado directo dels Furs de Valencia que delimitó con tierras de las taifas de Valencia, Alpuente, Tortosa, Denia y Murcia, tanto las ya conquistadas como las previstas en los tratados antes descritos y que todavía obraban en poder de arraeces moros.
Don Jaime, con plena voluntad, creó un reino nuevo dentro de sus dominios, desechando así las intenciones de los grandes aristócratas aragoneses y catalanes de repartir entre ambos reinos las tierras conquistadas. Es por ello que su figura fue siempre muy amada por los primeros colonos valencianos, muchos de los cuales escapaban de las entonces más severas servidumbres a la nobleza para someterse a la relativamente más suave ley real.
Está documentado desde antes del fin del siglo XIII que la fiesta de Sant Dionís, el día de la entrada de Don Jaime, se celebraba en Valencia con gran fiesta y procesión cívica (que aún existe). Mucho tiempo después se eligió como fiesta de toda la Comunidad Valenciana, aunque fuera del Cap i Casal no se celebra mucho, porque la ciudad es la capital, el centro geográfico del Reino y el centro cronológico de su conquista por los cristianos (que duró aproximadamente desde 1233 hasta 1242).
Y aquí dejamos el Himno de la Exposición Regional de Valencia de 1909, con música compuesta por el suecano José Serrano, y letra en valenciano y en castellano del valenciano (aunque nacido en Asturias) Maximiliano Thous. En 1925, los alcaldes de Valencia, Alicante y Castellón de la Plana firmaron una declaración por la que los adoptaban como himno regional.