@gimnastico_1909 dijo en José Ballester Gozalvo:
Vicente Mas era hijo de unos labradores de Benasau (Alcoy). Fue párroco en Benitachell, donde fundó un lazareto para enfermos. Cuando le trasladaron a Onil por petición popular se le dedicó una calle. En Onil le sorprendió la epidemia de gripe, donde atendió personalmente a muchos enfermos. En los años de 1930 fue trasladado a una parroquia en un barrio obrero de Valencia, donde ayudó tanto a los necesitados, que al estallar la guerra el propio comité de la FAI local se ofreció a trasladarle a lugar más seguro, pero él no quiso abandonar a sus feligreses. El 15 de agosto de 1936 unos milicianos de esos que nunca estaban en retaguardia, se lo llevaron de su casa. A un sobrino que intento evitarlo le pidió que se abstuviera, y que pasase lo que pasase no buscase venganza. Su cuerpo apareció dos días después en el depósito del cementerio municipal con varias heridas de bala.
Un enemigo del pueblo, como se ve.
Vicente Garzando nació en el Cabanyal de Valencia, en una humilde familia de pescadores. Estudiante brillante, se doctoró en teología y fue nombrado párroco de Petrés, donde reparó el templo parroquial, ganándose el afecto de los feligreses. Al comenzar la guerra le echaron de su casa y marchó a Moncofar, a la vivienda de una familia amiga. El comité marxista de Petrás, incontrolado, lo reclamó poco después al incontrolado comité de Moncofar. Unos milicianos de los que no había en retaguardia lo sacaron de la casa y lo bajaron del coche en la cuneta de la carretera entre Nules y Moncofar, donde lo ametrallaron. Según testimonio posterior de uno de ellos, les perdonó a todos antes de morir.
Sin duda estaba implicado en la conjura del golpe de estado.
Antonio Beltrán nació en Sueca. Fue coadjutor y párroco de varias parroquias pobres de Valencia, donde era conocido por su celo evangelizador y sus repartos de dinero a su propias expensas a los más necesitados. En 1936 tenía 70 años, estaba jubilado y sufría una grave enfermedad que lo tenía postrado. El 17 de septiembre de 1936 un grupo de pistoleros lo sacaron a rastras de la cama. Su cuerpo apareció en la madrugada del día 18 en la carretera a Godella.
Una gran amenaza para la República, como se puede ver.
Emilio Gimeno era catedrático de Teología y vicerrector del seminario diocesano. Era párroco de san Martín en Valencia cuando estalló la guerra. Se escondió en la casa de su hermano Emilio (qué raro que todos los curas se escondieran al poco de empezar la guerra, pero si se vivía tan normal en la retaguardia republicana, lo dice Vázquez Camarasa, el que escapó en cuanto pudo). Allí lo detuvieron unos agentes del comité de seguridad pública. Llevado a las Torres de Cuarte, supo allí que los milicianos habían saqueado la parroquia de la que era titular, y al no hallar las riquezas que esperaban, le torturaron para que les revelara "donde estaba el oro". Tras un mes de torturas, lo sacaron el 30 de septiembre, lo llevaron al picadero de Paterna, le quitaron cuanto llevaba y lo fusilaron. Posteriormente, destrozaron la cabeza del cadáver a culatazos y palos, y le cortaron los genitales, dejándolo allí.
Esa misma noche, los milicianos que no estaban en retaguardia porque solo luchaban en el frente mataron a más de 200 personas en la provincia de Valencia.
José Boils fue capellán del asilo del Carmen en Enguera, y posteriormente párroco de Navarrés y Guadasuar. Allí se preocupó de cuidar la liturgia, fundando una asociación eucarística, un apostolado de la oración y un coro litúrgico. Como se ve, todo graves delitos contra el proletariado. Nombrado posteriormente colegial perpétuo en el Colegio del Corpus Christi de Valencia. El 18 de julio de 1936, cuando aún ni se sabía muy bien que pasaba, un grupo de milicianos marxistas asaltó el colegio, saqueándolo y golpeando a los allí alojados. Es conocido que se salvó de ser quemado (su Iglesia es una de las más hermosas muestras de pintura del barroco de toda la comunidad valenciana) por la intervención del rector agnóstico y republicano de la Universidad (que estaba enfrente), que se enfrentó a los asaltantes para defender el edificio. El gobierno decidió entonces concederle la gestión al rector, el cual ordenó que todos los alojados, sacerdotes y alumnos, regresasen a sus localidades de origen. Apenas llegado a Guadasuar, don José fue requerido por el comité marxista local (incontrolado) para que pagara una enorme fianza por su seguridad. El pobre hombre les dijo que no tenía apenas dinero, mucho menos tal cantidad. Le dieron un plazo hasta el 30 de octubre, tras el cual fueron a buscarlo a casa de su familia. El sacerdote le dijo a su hermana que llevaría en el bolsillo una estampita con su nombre, su condición de sacerdote y su pueblo, para que pudieran reconocer su cadáver por si lo desfiguraban. Al no tener el dinero, lo llevaron a la carretera entre Guadasuar y Alcudia. Antes de fusilarle, le dijo a su ejecutor "Dios te perdone como yo te perdono". Tras matarlo, dejaron su cuerpo en la cuneta.
Es lo que trato de decirte desde el principio, que a mi juicio, la principal diferencia de ambos bandos, es que las autoridades repúblicanas y los dirigentes anarquistas continuamente trataron de controlar estos asesinatos, tu mismo lo nombras con la FAI y por no volver a nombrar quién era la mano derecha de Durruti en su columna. Mientras que desde el bando golpista se promovió el asesinato y las ejecuciones.
Pero dejemos la IA y vayamos a los profesionales, cito textualmente:
"Ante la comprobación de que la Jerarquía se había alineado con los nacionales,
el gobierno republicano a través de su Servicio de Información intentó divulgar las
declaraciones de sacerdotes que paliaran en la medida de lo posible la identificación
catolicismo-nacionales." Cita diversos ejemplos.
"La Delegación religiosa británica informó detalladamente sobre el bombardeo de
Durango, insistiendo de manera particular en connotaciones referentes a la Iglesia:
«el número de víctimas había sido de más de un millar de heridos, varios centenares
de muertos, de los cuales bastantes sacerdotes y religiosos»; «las iglesias y los conventos, especialmente, se hallaban convertidos en centros de desolación»; «el pueblo
vasco es el pueblo más profundamente religioso que hemos encontrado en Europa y
su religión tiene una profunda significación social y humanitaria»; «todas las iglesias
están allí abiertas»."
"Entre las figuras de la Iglesia que intentaron situarse por encima de la contienda,
sin adoptar otro partido que la repulsa de la guerra, hay que destacar a Vidal y
Barraquer. Su huida de Tarragona, su detención por la F.A.I. en el monasterio de
Poblet, su traslado a Barcelona en un buque italiano que le llevaría a La Spezia,
para instalarse en la cartuja de Lucca, relatadas con detalle en la biografía de Muntanyola, muestran, más allá de una serie de hechos bien conocidos, varias cosas: los
peligros que corría cualquier jerarca de la Iglesia, la falta de control de la situación
por las autoridades, los intentos de la Generalitat por defender a la Iglesia, y en el
plano individual un hombre que a pesar del peligro adopta una posición de testigo y
no de militante, lo que no le sería perdonado por el régimen franquista, que le
impidió regresar a su sede una vez finalizada la guerra."
Es decir, que el franquismo exigía a nivel individual al sacerdocio un posicionamiento/militancia clara, lo que estarás de acuerdo conmigo que no ayudaba en nada, más bien continua alimentando la identificación católico-bando nacional.
En cuanto al clero Vasco el autor del artículo destaca entre otros asuntos que para el bando Nacional: "se trata de una lucha entre el bien y el mal, aunque los vascos no se haya
percatado, «promiscuando el ideal de Cristo con el de Belial», planteamiento dualista
que encontraremos en la mayoría de los documentos eclesiales."
De nuevo la dualidad forzada.
Pero el punto más interesante a mí juicio es desde la página 16 que el autor del artículo títula: "de la posición militante de la Iglesia en la causa nacional." Oh sorpresa! Veamos a qué se refiere:
"Con muy pocas excepciones, los obispos no fueron simplemente testigos de la
hecatombe ni se redujeron al plano moral de la condena de los excesos sino que
asumieron un papel de militantes en la causa nacional, utilizando las armas propias
de su condición: palabras, escritos, relaciones diplomáticas." Cita como figura fundamental para entenderlo a Isidro Gomá. ""Además, las relaciones de Franco con la Santa
Sede se realizan desde el primer momento por medio de Isidro Goma" "Desde 19 de
diciembre de 1936 es Delegado de la Santa Sede, y como tal, además de como
primado y cabeza de la Iglesia española, actúa hasta la llegada de monseñor Antoniutti en septiembre de 1937."
"Sobre otro aspecto de la personalidad del Primado convendría insistir. Sus escritos, a partir de julio de 1936, desarrollan múltiples ideas y párrafos de los del quinquenio anterior. Sus juicios sobre laicismo, elecciones, responsabilidades de los gobernantes, defensa de la tradición católica como signo de identidad hispana, se encuentran casi literalmente repetidos antes y después de julio del 36, de donde se
deduce que para el Primado la guerra es la desembocadura de un proceso que había
profetizado."
Y cita varios ejemplos más de prelados ultras que son los que difunden el mensaje de el horror rojo contra la Iglesia, teoría que tiene mucha similitud con tus argumentos. Para sustentarlo compara varios discursos que pasan de un tono más suave, aunque condenando todo lo marxista aún así, al principio de la guerra, a un tono mucho más agresivo tras dos años de contienda. Es decir, el discurso de la Iglesia se radicaliza durante los años de guerra, no desde que asesinan a sacerdotes ya el que 70-80% de sacerdotes asesinados lo fueron en los primeros meses tras el fracaso del golpe militar.
De todas advierte que: "Pero la cuestión de la toma de postura del episcopado español desborda a nuestro juicio la filiación ideológica a una causa en dos bandos en lucha y habría de inscribirse en coordenadas de mayor amplitud cronológica y temática. Posiblemente constituya un capítulo de la historia de las mentalidades. Habría que estudiar la ideología del episcopado, de la cúpula de la Iglesia, en una sociedad poco evolucionada en la que todavía como Institución la Iglesia ocupaba un papel temporal, de influencia
social, más fuerte que la impregnación de sus creencias. Esta Institución observaba
con aprensión los cambios que podían modificar su estatus social, de ahí su recelo
ante la legislación laica de la República. La correlación ideología-estatus desbordaría
los objetivos de este trabajo, pero algún ejemplo puede servirnos para sospechar que
existía una auténtica disfunción, una falta de acoplamiento de una vieja Institución
a los engranajes de una sociedad marcada por valores bien diferentes a los que en
otras épocas le habían atribuido funciones extrarreligiosas. ¿Qué otra lectura puede
aplicarse a la Pastoral del obispo de Burgos, D. Manuel Castro Alonso, Sobre las
enseñanzas de los tiempos presentes, de 14 de febrero de 1937, que incluye el Boletín
diocesano al día siguiente, con expresiones como «enemigos del verdadero Salvador», aplicadas a «los masones, comunistas, socialistas, rusos y advenedizos de todo el mundo» aunque sospechamos que en el amplio término de advenedizos incluía sólo a los brigadistas internacionales pero no a los voluntarios italianos o a los alemanes aliados de los nacionales.
Y más cerca del individuo, recalca actitudes difíciles de justificar cuando ante temas menores: ""en éstos se puede entrever la actitud del militante. Tal ocurre con los certificados de buena conducta. Sistemáticamente los obispos gallegos, siguiendo indicaciones del de Santiago, se opusieron a que los párrocos expidieran documentos que podían significar vivir o morir para muchas personas. Los prelados de Santiago, Tuy y Mondoñedo repiten la misma circular: «Absténgase, pues, los párrocos de dar certificados de buena conducta religiosa a los
afiliados a sociedades marxistas por el tiempo que estuvieron afiliados o en concomitancia con tales sociedades, que son anticristianas». Otros prelados, como el de Astorga, conscientes de la trascendencia de la disposición, se creyeron obligados a justificarse, con la afirmación de que recibían protestas por la entrega generalizada de
los certificados. Más cristiana fue la posición del arzobispo de Burgos, quien en su circular a los párrocos de 20 de octubre del 36 plantea la necesidad de una objetiva serenidad. O la del obispo de Badajoz, que el 12 de diciembre emite una Circular: «Nos creemos en el deber de llamar la atención de los señores curas párrocos para que mediten ante Dios la gran responsabilidad que contraen de dar los informes que se les piden prescindiendo de todo prejuicio humano de malquerencia, venganza, antipatía etc. y sólo mirando la conciencia y el bien de la religión», aunque en estas posturas prudentes no falte la mancha de asumir el delicado papel de juzgar conductas sociales."