19 feb 2024, 17:12

@alekgrana dijo en Actualidad política en España:

Y luego habría que ver las fuentes de esos que han escrito sobre esos ataques, que ya sabemos que en el franquismo se manipuló y se escribió mucha mierda y mentiras, qué es lo que tiene una dictadura de corte fascista

Pues sí, vete a saber. Los disturbios sucedieron los días 17 y 18 de julio de 1834 y la prensa se hizo eco, pero supongo que estaban manipulados por Franco, por aquello de que eran el aniversario, con 102 años de adelanto, del Glorioso Alzamiento Nacional.

Aquí hay un testimonio directo, de un abogado del Tribunal Nacional llamado Cayetano Navarro de Cea, sin duda otro de los jueces criptofranquistas, que seguro era un fascista adelantado a su tiempo.

«El acontecimiento forma época en nuestro siglo, pero es un borrón que le afea y denigra y un suceso memorable por su atrocidad y barbarie (...). Atraído por la curiosidad de la Corte (...) para tener el gusto de presenciar la solemne apertura de nuestras Cortes (...) me hallaba en mi casa la mañana del día 17 de julio de 1834 leyendo en los papeles públicos la triste relación de desgracias que causaba en algunos barrios de la Capital la funesta epidemia conocida por Cólera morbo asiático, que el día anterior había desplegado con espantosa actividad su mortífero influjo. La consternación que me causaban tan infaustas noticias se aumentó extraordinariamente al oír los gritos de «Mueran los frailes, estamos vendidos, nos van a envenenar a todos; la gran mortandad de ayer y hoy no procede del cólera, sino de un tósigo activo que han echado en las fuentes: hay sujetos pagados por los frailes para mezclar el ingrediente fatal en las Cubas de los Aguadores: acaba de prender la Policía a un muchacho y dos hombres con paquetes de polvos envenenados, en la Fuente de Puerta Cerrada: los frailes, los frailes son los que proyectan esta horrible trama, para que volando la noticia de una gran mortandad a las provincias, aterrados los Procuradores no acudan a la Capital y de este modo se impida la apertura del Congreso Nacional, que está próxima. Esta es una horrible conspiración,!!! (repetían) con otras mil cosas» que me aterraron y trastornaron.

Estos gritos de alarma me llenaron de espanto y confieso que se me erizaron los cabellos. Salí de casa y en las calles principales advertí varios corrillos y grupos de gentes que repetían casi lo mismo. Se notaba gran inquietud y mucha confusión (...). Los Aguadores llenos de miedo no permitían a nadie acercarse a las fuentes. Por la tarde se recargó la conmoción y reventó la ruina. En la Puerta del Sol asesinaron a uno de los envenenadores y como me informó un amigo, testigo presencial del hecho, era un infeliz criado que se acercó a coger agua a los Caños de la Mariblanca y los aguadores se lo impidieron. Este asesinato fue la señal del combate. Advertí un inmenso gentío en la Calle de Toledo y viendo que conducían a un cadáver en unas angarillas, me acerqué al corro y noté que era un pobre donado o lego de San Francisco, lleno de sangre y estocadas, con la cabeza dividida en tres o cuatro rebanadas, porque según decían le cogieron in fraganti con el veneno. Efectivamente llevaba sobre el pecho el supuesto cuerpo del delito en un paquetito de papeles cuadrados sueltos. Para cerciorarme por mí mismo cogí uno de aquellos papeles, ¿pero cuál fue mi sorpresa al ver que era un sinapismo cargado de mostaza que sin duda llevaba para algún religioso enfermo? Era arriesgado protestar (...) y lo volví a depositar sobre el pecho del difunto.

Crece el alboroto y se redoblan los gritos de muerte. Sitian el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús de San Isidro. Allí, según decían, estaba el depósito o provisionado de paquetes de polvos fatales. Varios religiosos aturdidos quisieron salir disfrazados a la calle y al punto fueron víctimas de la atroz barbarie. Rompen las puertas, destrozan cuanto encuentran; un confuso tropel de hombres (...) y soeces de ínfima plebe se introducen por los claustros, asesinan sin piedad a los infelices religiosos (...) y aquella horda de forajidos, cual manada de lobos hambrientos, buscaban por todas partes presa que devorar. De allí se dirigieron al Convento de Predicadores Dominicos de Santo Tomás, degüellan a sangre fría a los inermes religiosos (...). Robos, muertes, desgracias inauditas se vieron en la Calle de Atocha.

La noche puso tregua a tan sangrienta escena. Horrorizados de cuanto habíamos visto, nos retiramos persuadidos de que cesarían los desórdenes, porque según todos aseguraban nada habían hallado en los Conventos que pudiera dar algún colorido a los excesos. Nada, ni aún remotamente, se encontró que justificara los delitos que se imputaban a los religiosos, pues a pesar de que los asesinos se esforzaban en persuadir con horribles alaridos, que en los Jesuitas se habían cogido millares de paquetes de polvos envenenados, ningún hombre sensato les prestó la menor atención, nadie creyó tan ridícula patraña (...). Entre 10 y 11 de la noche se renuevan los gritos con doble furia. San Francisco el Grande, los Religiosos mendicantes (...) no se libraron del furor de los que habían jurado la muerte y exterminio de los Institutos Religiosos. Cercan los conventos por todas las partes, rompen las puertas, introducen la sangre y devastación en las humildes celdas (...). El templo santo y magnífico fue profanado, la sangre corrió por el recinto y los que huyeron espantados por las calles inmediatas cayeron heridos sacrílegamente. El clamor triste de las campanas pidiendo socorro, los horribles gritos de la chusma que discurría por las calles con teas encendidas, la oscuridad de la noche, el estruendo de los tiros, el movimiento de las tropas, todo formaba el más terrible e imponente contraste. Hartos de sangre y de crímenes se dirigen al Convento de Ntra. Sra. de la Merced, donde emplearon lo que restaba de aquella noche fatal (...) degollando sin piedad a los religiosos indefensos (...). Luego se dirigieron al Convento de Atocha, pero la Autoridad los atajó». Día 18 de julio. Relato personal y testimonial de un hombre justo que, en las restantes páginas de su reducida obra, analiza la ingente labor humanitaria de los religiosos españoles de base. Cuando la conciencia individual es liquidada, aflora y actúa la férula oscura de políticos nefastos o manipuladores sin alma, sea cual sea la ideología.

Ya sé que no lo publica infolibre ni eldiario.es, y que son más de diez líneas, pero si haces el esfuerzo de leerlo verás que es muy instructivo.