Casi todos los días, el diario digital "El Confidencial", actualiza y publica una gráfica (ajustada a semanas para su mejor visualización) de casos diagnosticados y fallecimientos por el COVID-19 en base a los datos oficiales, desde marzo de 2020 hasta la actualidad. Me parece una de las mejores gráficas de la prensa española actual. Esta es la que publicaba esta mañana

Dejando de lado que el número de casos de la primera ola no se los cree nadie (es muy evidente que se hacían muy pocas pruebas, y que el número de casos reales fue muy superior a los reconocidos, hay dos conclusiones que me parecen muy significativas.
La primera, muy visible en la segunda y tercera olas, es que la curva de contagios, y con un ligero decalaje la de fallecidos, siguen una campana de Gauss casi perfecta (es decir, hay más o menos el mismo número y tendencia de casos a la derecha e izquierda del pico máximo). O por decirlo en pocas palabras: que la curva sube de forma progresivamente acelerada, alcanza un pico máximo, y luego desciende de forma simétrica, muy rápido al principio, y más tendidamente hacia el final.
Esto me llama mucho la atención porque la forma de la curva no parece depender mucho de las medidas tomadas, pese a que tanto in vivo como in vitro se ha demostrado la eficacia de las medidas barrera para la transmisión aérea (mascarillas, alejamiento social, etcétera), mucho menos las que evitan la transmisión por contacto, que parece anecdótica. O sea, que en unos lugares (tanto entre países como entre comunidades autónomas) se ha sido mucho más estricto que en otros, o se han ensayado medidas diferentes, pero la curva más o menos es similar en todas partes.
Eso me parece preocupante, porque lo que nos da a entender es que el virus "lleva su marcha", y no depende tanto su transmisión de que haya puente del pilar o Navidades, como de, por ejemplo, que se propague una variante más contagiosa (parece que la británica fue responsable de la tercera ole a principios de diciembre, cuando la segunda ola aún no había bajado del todo).
La parte positiva son las cifras de la cuarta ola: la curva de contagios empieza a crecer, pero va mucho más lenta que las anteriores. Y, sobre todo, y esa es la gran noticia, que la cifra de fallecidos no sólo no aumenta, sino que sigue descendiendo. No hay otro factor al que achacar esto que la vacunación de los mayores de 80 años, que está casi completada en España, y la de los mayores de 70, que ha comenzado.
Creo que cuando estén vacunados todos los mayores de 60, esto se habrá acabado como problema de salud pública, aunque es probable que la enfermedad se siga presentando en jóvenes hasta que no esté inmunizado el 60-70% de la población, según dicen los expertos.
El último factor que puede truncar el optimismo es la aparición de alguna cepa más agresiva o, lo que sería más preocupante, contra la cual las vacunas actuales no fuesen suficientemente eficaces. Ello obligaría a sacar nuevas vacunas aunque, con la experiencia adquirida con las que ya están en marcha, lo normal es que fuese mucho más rápido y sencillo sintetizarlas.